miércoles, 8 de febrero de 2012

Sra. Vela, no escuche, no mire



"Sra. Vela, no escuche, no mire" es el título del extraordinario artículo que mi sabio amigo, D Vicente Morro ha publicado en ANÁLISIS DIGITAL y que reproduzco a continuación. Considero imprescindible su atenta lectura, pues deshace muchos equívocos y clarifica extraordinariamente la controvertida cuestión del aborto intencionado, que constituye una evidente eliminación de un ser humano que muchos se niegan a admitir, aun contra toda razón y evidencia.

"Atendidas las cuestiones más urgentes, las económicas, el Gobierno de España se va a volcar, parece, en las auténticamente importantes. El futuro de nuestra sociedad nos lo jugamos en un terreno diferente al de los asuntos económicos, por complejos y serios que éstos puedan ser. Las cuestiones esenciales son las que afectan a la vida humana, al matrimonio y a la familia y a las libertades, especialmente las de educación y conciencia. Antes o después, mejor cuanto antes por supuesto, saldremos de la crisis material que estamos sufriendo. Lo que no parece posible es salir de la crisis moral si no hacemos nada.

En el Congreso de los Diputados, el Gobierno ha empezado a desvelar sus planes en los ámbitos que acabamos de citar. De momento son sólo anuncios. Lo adelantado, en general, suena bien. Pero lo fundamental será cómo se vayan desarrollando estas medidas y la profundidad y alcance real de las políticas concretas. Son imprescindibles cambios radicales, en el sentido orteguiano de “ir a la raíz”. Estos cambios son aún más necesarios en la conciencia de nuestra sociedad. En cuestiones de tanto calado humano las medidas políticas no lo son todo, a pesar del efecto pedagógico que tienen las leyes.

Hemos dicho que el Gobierno de España acaba de anunciar cambios legislativos en materias como aborto, protección a la familia y educación. Se habló de proteger el derecho del embrión a la vida, de ayudar a las madres en dificultades, de apoyar a la familia o de mejorar la legislación educativa. Sobre esta última, entre otras cosas, se ha anunciado el final de la vía de adoctrinamiento abierta con la imposición de “Educación para la Ciudadanía”. Después de una intensa, y desigual, batalla cívica contra ésta y sus contenidos, reprobados incluso por el Tribunal Supremo, parece que nos vamos a librar de ella.

Junto a estos anuncios, positivos en principio como dijimos, no deja de haber señales preocupantes. Muy preocupantes, más bien. Entre los proyectos hay que señalar la mención a la posible intervención de los notarios en cuestiones de matrimonio. Sería un nuevo paso en la reciente, y creciente, degradación legislativa de la institución matrimonial. Desgraciadamente, la medida es coherente con el planteamiento según el cual el matrimonio es un mero contrato: contrato basura, porque es el menos protegido y respetado por nuestras leyes. Es el único que, transcurridos tres meses, se puede rescindir por la sola voluntad de una de las partes, sin derecho alguno para la otra.

Otra cuestión preocupante ha sido la política de nombramientos, de algunos para ser justos. El de Dª. Carmen Vela, como Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación del Ministerio de Economía y Competitividad, es el más grave e incomprensible. La Señora Vela, que apoyó a Zapatero en su momento y recientemente a Pérez Rubalcaba, es favorable al aborto pues entiende que no puede demostrarse científicamente que el embrión sea un ser humano. Su nombramiento podría entenderse como acto de “apertura” o antisectarismo, pero quizá no pase de simple gesto demagógico. ¿Cree el Señor Rajoy que no había en España nadie más adecuado para ese puesto? La duda que, legítimamente, podemos plantearnos es ¿por qué alguien que tanto se ha significado públicamente a favor de los socialistas y está tan cualificada técnicamente no había ocupado antes este cargo, u otros similares, en gobiernos más afines a su ideología?

El lector, si aún sigue ahí, se preguntará ¿qué tiene que ver lo dicho hasta ahora con el título del artículo? Veámoslo. La justicia federal estadounidense acaba de fallar a favor de que el Estado de Texas pueda aplicar una norma que hace que antes de practicar un aborto los médicos deban hacer escuchar a las madres el ultrasonido del latido del corazón de su feto. Los centros abortistas, celosos de su negro y lucrativo negocio, habían interpuesto una demanda de inconstitucionalidad que ha sido ahora rechazada. La ley establece, además, que el “sonograma” vaya acompañado de una explicación médica detallada. Algo similar se propuso, por ejemplo en la Comunidad Valenciana, al entrar en vigor la nueva ley del aborto en España: se anunció que se iba a dar información completa, incluyendo una ecografía en 3D, a la madre para mostrar la realidad –humana, obviamente- de la vida que lleva en su interior. De momento, nada de nada.

Señora Vela: no escuche, no mire, no piense, no vaya a ser que sus prejuicios ideológicos, que le hacen dudar de la humanidad del feto, tengan que ceder ante las evidencias –gráficas o auditivas (¡qué emocionante escuchar latir un minúsculo corazón humano!)- de la ciencia y la razón. Por el contrario, Señor Rajoy: escuche, mire, piense, lea y no deje que los cambios anunciados se queden en simples retoques. Vaya a la raíz del asunto, que en la cuestión del aborto no es otra que la eliminación de una vida humana en formación en el seno materno, pero distinta de la vida de su madre. Si no miramos de frente al embrión, si lo escondemos, no estaremos enfocando correctamente la cuestión.

Lea, le decía, Señor Presidente. Por ejemplo, el Voto Particular de su partido al Informe de la Subcomisión Parlamentaria sobre la legislación del aborto, firmado por la actual Vicepresidenta de su Gobierno el 16 de febrero de 2009. En la exposición de motivos reconoce que “el aborto destruye una vida humana” y proclama que “en coherencia con la defensa de la vida y de los derechos humanos de todos, incluidos los no nacidos” el Partido Popular se debía oponer a las conclusiones, señalando más adelante que “es necesario hacer pedagogía pública contra el aborto porque… no es una solución, es un problema, y acarrea siempre consecuencias muy negativas para las mujeres.”

Lea, relea más bien puesto que fue el primero de los firmantes que comisionó al Señor Trillo-Figueroa, el recurso de inconstitucionalidad que interpusieron contra diversos artículos de la Ley 2/2010. Entre otras muchas cosas este magnífico texto habla, en el Motivo Primero de Inconstitucionalidad, referido al artículo 14 de la Ley, con claridad y rotundidad, de “sacrificio de la vida humana del nasciturus.” ¿Cuántos miles de “vidas humanas de nasciturus” se han sacrificado desde la entrada en vigor de esta inicua norma? ¿Cuántos miles desde que el Tribunal Constitucional denegará la suspensión cautelar que Vds., con toda razón y justicia, solicitaron? ¿Cuántas vidas humanas se sacrifican cada día por la aplicación de esta ley o por los efectos abortivos de la píldora del día después? ¿No es esto motivo suficiente para modificar radicalmente esta legislación, y para modificarla ya, mejor hoy que mañana?

Lea la Opinión del Comité de Bioética de España, de 7 de octubre de 2009, sobre el proyecto de modificación de la legislación del aborto. Lea, sobre todo, el interesantísimo voto particular del profesor César Nombela Cano. El documento arranca reconociendo que en España se produjo, en relación con la anterior normativa, una “interpretación extralimitada de uno de los supuestos despenalizados: el grave peligro para la salud psíquica de la mujer.” En el apartado 3, “El estatuto biológico del embrión y sus implicaciones”, reconoce que “el desarrollo embrionario y fetal puede considerarse un proceso en continuidad (un continuum, en Palabras del Tribunal constitucional) desde la fusión de los pronúcleos del espermatozoide y del óvulo hasta el parto. Desde esta perspectiva, su vida biológica puede identificarse en todo momento como una vida humana… surge aquí una entidad biológica nueva, que posee la dotación genética característica de la especia humana.” ¡Qué pena que las señoras Vela, Aído o Pajín no hayan leído, o no hayan entendido, este documento! Lo terrible de esto, y lo denuncia Cesar Nombela, es que a pesar de que se reconoce que desde la concepción existe una nueva vida humana –si, humana- se llega a admitir que se pueda acabar deliberadamente con ella hasta la semana catorce, y después si les conviene. Este paso sólo puede darse tras una serie de piruetas ideológicas y demagógicas que, admítaseme la expresión, sacan “a patada” a la ciencia y a la razón del informe y sus conclusiones.

Lea también, si aún le quedan dudas de qué es lo esencial en este asunto, la Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, de 18 de octubre de 2011 (Asunto C34/10, instado por Greenpeace y no por alguna oscura entidad ultraconservadora rancia y retrógrada). Literalmente, establece que “constituye un ‘embrión humano’ todo óvulo humano a partir del estadio de la fecundación…”.

Lea, por favor, la Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, de 18 de diciembre de 2010, que señala que del Convenio Europeo de Derechos Humanos, y particularmente de su artículo 8 –sobre el respeto a la vida privada-, no se puede inferir para la madre la existencia de un supuesto “derecho al aborto”. Y añada la lectura de la Sentencia del mismo Tribunal de fecha 13 de febrero de 2003, que se pronuncia de forma similar sobre la inexistencia de ese supuesto “derecho” al aborto, citada en el Informe de 17 de septiembre de 2009 de la Comisión Permanente del Consejo de Estado sobre esta cuestión.

Lea y reflexione Señor Rajoy. Lea a los doctores Nombela, López Barahona, Jouve De la Barreda o López Moratalla, entre otros muchos. Mire y “escuche” al nasciturus. Facilite que otros lo hagan. Lo repetimos una vez más: la clave en la cuestión del aborto es la presencia de una vida humana en el seno de su madre tratando de abrirse paso y vivir. En esto ser radical, en consecuencia, será mirar cara a cara al nasciturus, escucharlo y, en consecuencia, protegerlo. Quizá Julián Marías, como aventajado discípulo de Ortega, precisamente por acercarse “radicalmente” a la cuestión del aborto comprendió que su aceptación social era lo más grave que había sucedido en el siglo XX: dar a alguien –la madre- la capacidad arbitraria de decidir sobre la vida de un tercero (“tertium existencial distinto”) –el hijo-.

Por cierto, llevamos ya unas 1.650 palabras. Quizá demasiadas, lo reconozco. Pero creo que eran necesarias porque tenemos razón y razones, muchas y serias razones, a pesar de las caricaturas habituales. ¿Has caído en la cuenta, querido y paciente lector, de que hasta ahora no hemos utilizado ningún razonamiento o argumento de carácter religioso o confesional? Para mucha gente sus convicciones religiosas, sean del credo que sean, les refuerzan en su defensa de la vida humana, pero, como hemos hecho hasta ahora, podemos defenderla sólo con argumentos científicos y racionales. Lo bueno es que, en éste como en tantos otros ámbitos, ciencia y religión, fe y razón, no se contraponen sino que se complementan y refuerzan.

No basta con que las menores deban acudir a sus padres o con ceñirse a la Sentencia de 1985. No podemos, ni debemos, conformarnos con ajustarnos a unos mínimos: tenemos que defender la vida radicalmente. Así podremos conseguir, mucho más temprano que tarde y de manera cívica, pacífica y democrática, que en España no haya ni un solo aborto más y que se proteja la maternidad con medidas efectivas para que las madres en dificultades puedan llevar sus embarazos adelante sin tener que plantearse siquiera la terrible posibilidad de sacrificar la nueva vida humana que llevan en su seno. Está en sus manos, Señor Rajoy, y en las de su Gobierno. Por favor, no tarden. Es verdaderamente una cuestión de vida o muerte, de miles de vidas o de miles de muertes".

(Imagen: http://www.cometelasopa.com)

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