martes, 3 de agosto de 2021

Un año en la División Azul.




Transcribo a continuación el artículo que publiqué recientemente en el número 743, junio 2021, de la revista mensual BlauDivisión, Boletín de la Hermandad de la División Azul de Alicante, con el permiso de su editor.


Aventuras bélicas del Alférez Paulino Polo 

Por diversas vicisitudes familiares, y sobre todo, a raíz de la muerte de mi madre, hace dos años, entre otros muchos objetos, fotos, libros, misales, estampas, postales, etc… llegó a mi poder un manoseado cuadernito, aparentemente de gran antigüedad, y escrito casi en su totalidad en letra muy pequeña -y muy legible, a pesar de su deterioro- que no era sino un diario de campaña, escrito por mi padre, que abarcaba su experiencia en la División Azul, desde su salida de España, el 13 de julio de 1941 hasta el día en que se completa la totalidad del cuadernillo, justo un año después, el 12 de julio de 1942.

El cuadernillo o soporte físico de las memorias no es otra cosa que un dietario o diario personal entregado por el ejército alemán -y, por supuesto, escrito en alemán-, en cuya portada se lee «Taschenmerkbuch 1941» (Cuaderno de bolsillo 1941) y donde, a modo de almanaque, se pueden leer toda clase de temas útiles para un soldado, por ejemplo «Anleitung zur ersten hilfe bei unglücksfällen» (instrucciones de primeros auxilios en caso de accidente), «entefernungstafel» (tablas de distancias kilométricas entre ciudades), «Einwohnerzahlen» (cifras de población de ciudades alemanas), o temas militares, como «Die gefechts bezeichnungen für die schlacht in Frankreich» (Los términos de combate para la batalla en Francia), además de dibujos de los diferentes distintivos en la uniformidad (de la «Reichs luftwaffe, Kriegsmarine, Reichs heer, Feuerwehr », es decir, de la fuerza aérea del Reich, armada, ejército del Reich , cuerpo de bomberos…) y también mapas de todo el mundo en color… El espacio para las anotaciones diarias es muy pequeño, de ahí la necesaria brevedad de las mismas, hechas con tinta negra, en letra muy pequeña, enjuta y precisa, de fácil lectura, como ya mencioné. Al final del pequeño librito hay unas páginas en blanco que mi padre empleó para detallar más algunas cuestiones.

Lo primero que sorprende es la madurez de la persona que escribe. Cuando mi padre hace sus primeras anotaciones, el 13 de julio, recién hacía seis días de su 25 cumpleaños. Ya Había vivido la Guerra Civil española, cuyo estallido se produjo cuando acababa de cumplir 20, incorporándose nada más iniciarse a la Falange de Aragón. Al poco tiempo, tras su paso por la Academia, fue nombrado Alférez provisional de Infantería, con lo que pronto tuvo hombres a su cargo, cuyas vidas dependían de sus decisiones.

Con relación a la campaña de Rusia muy brevemente diremos que mi padre, el alférez Paulino Polo Sobreviela se incorporó a la División Española de Voluntarios el 1º de julio de 1941, cuando todavía estaba movilizado, y procedía de la I Región Militar, Regimiento de Infantería 43. Ya dentro del ejército alemán, fue destinado, el 1 de agosto de ese mismo año, a la 11ª Compañía -ciclista- III Batallón, del Regimiento de Infantería 262, de la División 250 de la Wehrmacht. El 27 de abril de 1942 se le concede la Cruz de Hierro de 2ª clase. El Diario Oficial del Ministerio del Ejército de 13 de agosto de 1942 publica su ascenso al empleo de Teniente Provisional del arma de Infantería, con antigüedad de 20 de febrero de 1939, y con destino en el ya citado Regimiento de Infantería núm. 43. El 16 de septiembre de 1942 es citado como Distinguido. Y, por fin, el 12 de octubre de 1942 cruza la frontera española con el 8º Batallón de Relevo.

Como ya dije, de sus anotaciones en el diario y de sus múltiples comentarios allí escritos se trasluce, al poco de empezar a leer, una madurez impropia de un jovenzuelo, además de una gran honradez intelectual, valentía, abnegación, profesionalidad y cariño y admiración por sus hombres. Veamos una muestra. Se trata de una anotación de las extensas, escrita en pleno invierno, un invierno aquel que alcanzó unos niveles de crudeza pocas veces vistos, y referida a acontecimientos del 15 de diciembre de 1941:

La nevada que está cayendo es terrible, la ventisca enorme, no sé qué va a ocurrir. Son las 2 de la mañana, las trincheras están más que llenas y sigue nevando. (…) La nevada de hoy merece capítulo aparte. Es un espectáculo, después de todo, maravilloso. La ventisca es tremenda, resulta imposible mirar al enemigo.

Esto no se puede describir, pues por mucho que se quiera decir resulta pálido ante la realidad. Son las dos de la madrugada. Por algunos sitios, la trinchera de más de dos metros de profundidad la rebasa un metro la nieve. Ha desaparecido por completo y es facilísimo despistarse.

Dar una vuelta por el servicio de mi Sección me ha costado una hora justa. En las puertas de las chabolas hay que estar continuamente quitando nieve y casi no se da abasto. Si sigue así toda la noche quedaremos bloqueados. El viento viene del campo enemigo y es imposible mirar hacia él. Por algunos sitios me he metido con nieve al pecho y por todos hasta la rodilla por lo menos. No hace un frío exagerado, pero se hiela todo desde luego. Hoy que creí que la gente, ya muy apurada los días anteriores por el mucho frío, iban a estar desesperados, me he llevado una agradable sorpresa; los centinelas y demás servicio estaban de un humor excelente y muchos cantando. Esto, no cabe duda, no lo hace nadie más que los españoles. Ayer mismo, ya digo, la mayoría de la gente parecía que no podría resistir más, ya daba pena verles, y hoy por la noche es terrible la ventisca enorme que duele la cara, los centinelas con nieve a la rodilla, sin poderse mover, con las pestañas heladas, el abrigo rígido completamente helado- cubierto materialmente de nieve ¡en fin! De forma que, si no se ve, parece imposible que se pueda resistir. Aguantan una hora sí y otra no, de puesto, arma al brazo y - ¡cantando! - Es un fenómeno inexplicable, ya digo. A mí me ocurre lo mismo, pues doy una vuelta, tan pronto me caigo hasta el pecho, me levanto etc. Voy con mi cabo de enlace y ayudándonos el uno al otro nos corremos la gran juerga; aunque llegamos a la chabola materialmente helados sin poder abrir los ojos calados ¡en fin! Somos muy grandes los españoles ¡Arriba España!

El diario comienza el día que se inicia el viaje a Rusia, desde la estación del Norte de Madrid. Así describe su salida de España y su entrada en Francia, en donde encuentran un ambiente hostil:

 13/07/1941: A las 4 de la tarde salimos de la estación del Norte de Madrid. La despedida es entusiasta de verdad. A mi casi no me dejan subir al tren. Con apuros consigo hacerlo en un asilo de guardafrenos y allí voy hasta El Escorial. Cenamos en Ávila.

14/07/1941: Desayunamos en Burgos, bien. Es de madrugada y, aunque mal, hemos dormido. En las estaciones del trayecto nos despiden con mucho entusiasmo. Comemos en Miranda. A las siete de la tarde, aproximadamente, Vitoria. Por comprar unas cosas de perfumería perdemos el tren. Lo alcanzamos en el coche Grande. San Sebastián a las 10.30. Cenamos tren 1.30 madrugada.

15/07/1941: De 1.30 a 2, algo emocionados la frontera. Enseguida Hendaya. Seguimos a través de Francia. Burdeos, comemos. La comida nos parece rara y es un plato nada más, aunque fuerte. Luego nos dan un paquete con un pan grande cuadrado y muy feo, una lata de carne y unos caramelos. La población civil es hostil, nos saludan puño en alto y les apedreamos.

Continúa el relato de aquel viaje en tren, llegando finalmente a Grafenwöhr, el 17 de julio. Este lugar le causó muy buena impresión, salvo por el rancho alemán: «¡De madrugada llegamos a Grafenwöhr, el campamento donde nos van a dotar de material. Desembarcamos y nos vamos a los alojamientos. Ya comemos el rancho alemán, es rarísimo y poco. Hasta que nos acostumbremos vamos a pasar mucha hambre. El alojamiento es bueno y el campamento precioso. Son todo chalets, parece una ciudad jardín. (…) Hay casinos de oficiales estupendos y, para cada Batallón, una cantina, en la que hay cerveza de malta y muchas chucherías. El tabaco también es abundante, pero la comida… La cena nos deja helados: una rodaja de mortadela y té con limón.

Continúa con el relato de la extenuante marcha al frente, que para él no lo fue tanto, pues era oficial de una compañía ciclista. El 26 de septiembre escribe: «Descanso. Llevamos andados 702 kms.». Al día siguiente, tras una marcha de 40 kms. mi padre dice que retroceden por la autopista en dirección a Vitebsk, ciudad bielorrusa, pero cercana a la frontera rusa. Desde allí, el viaje continúa ya en tren y camiones, llegando el 12 de octubre a una población cercana a Nóvgorod.

El 13 de octubre es la fecha en que terminan de relevar a la compañía alemana, entrando ya en fuego. Mi padre escribe: «Ayer dormimos en un pueblo próximo a Nóvgorod. Visito por la mañana el frente; la posición que vamos a ocupar me gusta. A las 6 de la tarde salimos hacia el frente y a las 10 empezamos el relevo en la posición de una Compañía alemana. De madrugada terminamos el relevo. Ha estado bien hecho y no ha sonado un tiro. Ayer cañonearon bastante. Me acordé mucho de la Pilarica y estoy contento pues tuve 4 cartas de casa.».

A partir de ese momento comienza ya el relato de sus aventuras bélicas, sus condiciones de vida, la vida de los soldados a sus órdenes, y su continua preocupación por sus vidas y su bienestar. El 18 de febrero de 1942 escribe: «Ayer me hirieron de gravedad al soldado José Vázquez Terán. De madrugada los ruskys dan un golpe de mano a la avanzadilla de la compañía. Se van rabo entre piernas.»

También, por ser anotaciones personalísimas, critica a veces las órdenes de sus mandos o la oportunidad o acierto de las operaciones que se desarrollan:

Esta noche se va a dar el proyectado golpe de mano. Nos reunimos con el Capitán que nos explica las misiones. De una forma que a mí me parece arbitraria, se designa a Larios para ejecutarlo. Yo soy descartado con la excusa de mi pierna, y esto me disgusta enormemente. Al Capitán le han exigido palabra de honor de que no cruzará el río. Yo estoy seguro de que quebrantará esta promesa. A las 10 de la noche sale una patrulla de 12 hombres con el bote para transportarlo a la orilla del río. El bote es neumático de los grandes. Mi impresión es que esto es una tontería pues me parece desproporcionada la exposición ya que no comprendo el fin que se ha de conseguir. A las 11 y media ya viene por mi posición la patrulla que va a cruzar el río. Se trata, única y exclusivamente, de: si es posible, capturar o matar una escuadra y una vez hecho esto tirar un par de bombas de mano para que los rojillos se den cuenta de que les hemos pasado el río. Yo tenía pensado al salir ponerme en la patrulla como uno más sin que el Capitán se diese cuenta: se lo digo a Larios y el Capitán sospecha y está mosca. Yo creo que es por esto por lo que me manda buscar una escuadra de fusión, mientras hago esto ellos se marchan. Cuando yo vuelvo con ellos pienso seguir, pero… temo que el Comandante esté al llegar y en efecto así es, en seguida llaman de su parte. Aquí paso un mal rato, ocurren cosas que a mí me disgustan pues yo tomo estas cosas muy en serio y no por mí precisamente. Transcurrido un rato grande yo estoy ‘cabreado’ y cansadísimo, pues mi pierna todavía no me funciona bien y he danzado mucho además de ir por el pueblo. El Comandante ordena que empiece el ‘cacao’ como él dice, pues cree que los del golpe ya han terminado. Tiran bastante nuestras máquinas y morteros. Naturalmente que los ruskys también tiran; a la panda nuestra en varias ocasiones nos bordan. En una de estas hieren en el pecho a un chico de la 1ª Sección (grave)

Lo que ocurrió allí.- Una vez en la orilla del río y con el bote ya dentro, embarcaron, como yo me imaginaba, el Capitán también. Cruzaron el río sin novedad, pero lo hacían casi enfrente de un puesto avanzado en la orilla enemiga.

Cuando estaban a escasa distancia les hicieron una descarga y volvieron grupas.

Resultado, un soldado muerto casi en el acto y dos heridos, todos dentro de la barca.

La cosa se puso fea para desembarcar, pues con bengalitas etc. les tiraron a placer, pero ya no ocurrió más. Me imagino las angustias que pasaron para llegar a la posición. Únicamente dejaron allí el bote. De acuerdo con el Capitán Orozco, organizamos dos patrullas de ayuda, pero cuando nos disponíamos a salir llegaron ellos.

Mi padre describe muy bien las penalidades que sufren, tanto las debidas al intensísimo frío (llegan a medir unos terribles -46º) como luego, ya en primavera, las producidas por el barro o los mosquitos, que aún les hacen sufrir más. Pero llega la navidad de 1941, y mi padre la describe de este modo tan entrañable:

Deja de llover y empieza gran ventisca. Nieva en abundancia, cuando deja de nevar el frío aumenta mucho. De madrugada es intensísimo, de madrugada llega a – 46o. Esta noche es Nochebuena ¡qué recuerdos! Hace un frío grandísimo. Oímos misa del gallo en la ‘chabola casino’, un acto muy simpático, sencillo y emocionante. La noche es crudísima. Del aguinaldo todavía nada. ¡Noche Buena! Qué recuerdos, hace un frío intensísimo, una de las noches más crudas. A las 12 viene un enlace de P.M. a llamarme para asistir a la misa del gallo. En la ‘chabola’ que se hizo para casino está el altar pequeñito, dentro estamos unos cuantos. Los oficiales, el Comandante, Teniente, Ayudante y médico, que han subido. Algún Sargento de Plana Mayor y los cabos de enlace nuestros. Comulgamos todos y resulta emocionante. En Rusia, en este sitio y con este ambiente no hay que negar que es un acto extraordinario. En estas circunstancias puede que seamos los únicos del mundo que han oído una misa. Fuera, la artillería y morteros enemigos molestan bastante.  

El diario acaba abruptamente, pues se interrumpe con la anotación del 12 de julio de 1942, sin que se nos haya anunciado previamente nada. Es posible que siguiera escribiendo en otra agenda, que se ha perdido, o a lo mejor dejó de hacerlo. Pero no lo sabemos. Acaba así:

Llueve otra vez. Pero no hay mosquitos. Andamos mal de tabaco. Mañana hace un año que salimos de España. Fin del 1er año.

En definitiva, mi padre nos ha dejado un regalo invaluable. Tanto como trozo de historia vívida, como relato de aventuras, o como memoria familiar, el texto es conmovedor, intenso, trepidante y, si se me permite, escrito con muy buen estilo.

Espero tener ocasión, con la ayuda de los grandes historiadores que tenemos cercanos a la memoria divisionaria, dar al relato de mi padre el formato de libro, pues creo que lo merece. Que Dios me ayude a ello.

(En la foto, propiedad de la familia, puede verse la portada del diario)



8 comentarios:

  1. Gracias hermano. Lo que es invaluable es que hayas acercado este relato a todos nosotros. Se me saltan las lagrimas cada vez que lo releo, imaginando la durísima experiencia que debió ser para el.
    Deseando saborear ese libro que estás planeando… GRACIAS

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  2. Nada de eso, hermana. Gracias a ti por apoyarme siempre.

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  3. Extraordinario relato, con gran calidad humana. Demuestra que fue un gran hombre, con un profundo compromiso.
    Literariamente, muy bien escrito y mantiene una gran tensión narrativa.
    Un lujo para una familia poder tener un testimonio de esa calidad. ¡Enhorabuena!

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  4. Hombres de honor, luchando por una causa justa y poniendo en riesgo su vida. Gracias por el testimonio. Hace MUCHA falta.

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  5. Buenas noches señor Polo, le agradecería que pudiera dejarme su dirección de correo electrónico para ponerme en contacto con usted, ya que creo que podría tener información de interés sobre su padre Paulino. Un abrazo

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  6. ¡Con mucho gusto!, mi correo-e es veropolox@gmail.com, creo que lo puse en el perfil. Quedo pendiente de sus noticias. Y perdone el retraso en contestar, estaba de viaje y no miré el correo-e. Un abrazo.

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Agradecería cualquier comentario relativo al presente post, pero ruego que se haga siempre con respeto, de otro modo no podrá aparecer publicado. Muchas gracias.

Un año en la División Azul.

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