martes, 3 de agosto de 2021

Un año en la División Azul.




Transcribo a continuación el artículo que publiqué recientemente en el número 743, junio 2021, de la revista mensual BlauDivisión, Boletín de la Hermandad de la División Azul de Alicante, con el permiso de su editor.


Aventuras bélicas del Alférez Paulino Polo 

Por diversas vicisitudes familiares, y sobre todo, a raíz de la muerte de mi madre, hace dos años, entre otros muchos objetos, fotos, libros, misales, estampas, postales, etc… llegó a mi poder un manoseado cuadernito, aparentemente de gran antigüedad, y escrito casi en su totalidad en letra muy pequeña -y muy legible, a pesar de su deterioro- que no era sino un diario de campaña, escrito por mi padre, que abarcaba su experiencia en la División Azul, desde su salida de España, el 13 de julio de 1941 hasta el día en que se completa la totalidad del cuadernillo, justo un año después, el 12 de julio de 1942.

El cuadernillo o soporte físico de las memorias no es otra cosa que un dietario o diario personal entregado por el ejército alemán -y, por supuesto, escrito en alemán-, en cuya portada se lee «Taschenmerkbuch 1941» (Cuaderno de bolsillo 1941) y donde, a modo de almanaque, se pueden leer toda clase de temas útiles para un soldado, por ejemplo «Anleitung zur ersten hilfe bei unglücksfällen» (instrucciones de primeros auxilios en caso de accidente), «entefernungstafel» (tablas de distancias kilométricas entre ciudades), «Einwohnerzahlen» (cifras de población de ciudades alemanas), o temas militares, como «Die gefechts bezeichnungen für die schlacht in Frankreich» (Los términos de combate para la batalla en Francia), además de dibujos de los diferentes distintivos en la uniformidad (de la «Reichs luftwaffe, Kriegsmarine, Reichs heer, Feuerwehr », es decir, de la fuerza aérea del Reich, armada, ejército del Reich , cuerpo de bomberos…) y también mapas de todo el mundo en color… El espacio para las anotaciones diarias es muy pequeño, de ahí la necesaria brevedad de las mismas, hechas con tinta negra, en letra muy pequeña, enjuta y precisa, de fácil lectura, como ya mencioné. Al final del pequeño librito hay unas páginas en blanco que mi padre empleó para detallar más algunas cuestiones.

Lo primero que sorprende es la madurez de la persona que escribe. Cuando mi padre hace sus primeras anotaciones, el 13 de julio, recién hacía seis días de su 25 cumpleaños. Ya Había vivido la Guerra Civil española, cuyo estallido se produjo cuando acababa de cumplir 20, incorporándose nada más iniciarse a la Falange de Aragón. Al poco tiempo, tras su paso por la Academia, fue nombrado Alférez provisional de Infantería, con lo que pronto tuvo hombres a su cargo, cuyas vidas dependían de sus decisiones.

Con relación a la campaña de Rusia muy brevemente diremos que mi padre, el alférez Paulino Polo Sobreviela se incorporó a la División Española de Voluntarios el 1º de julio de 1941, cuando todavía estaba movilizado, y procedía de la I Región Militar, Regimiento de Infantería 43. Ya dentro del ejército alemán, fue destinado, el 1 de agosto de ese mismo año, a la 11ª Compañía -ciclista- III Batallón, del Regimiento de Infantería 262, de la División 250 de la Wehrmacht. El 27 de abril de 1942 se le concede la Cruz de Hierro de 2ª clase. El Diario Oficial del Ministerio del Ejército de 13 de agosto de 1942 publica su ascenso al empleo de Teniente Provisional del arma de Infantería, con antigüedad de 20 de febrero de 1939, y con destino en el ya citado Regimiento de Infantería núm. 43. El 16 de septiembre de 1942 es citado como Distinguido. Y, por fin, el 12 de octubre de 1942 cruza la frontera española con el 8º Batallón de Relevo.

Como ya dije, de sus anotaciones en el diario y de sus múltiples comentarios allí escritos se trasluce, al poco de empezar a leer, una madurez impropia de un jovenzuelo, además de una gran honradez intelectual, valentía, abnegación, profesionalidad y cariño y admiración por sus hombres. Veamos una muestra. Se trata de una anotación de las extensas, escrita en pleno invierno, un invierno aquel que alcanzó unos niveles de crudeza pocas veces vistos, y referida a acontecimientos del 15 de diciembre de 1941:

La nevada que está cayendo es terrible, la ventisca enorme, no sé qué va a ocurrir. Son las 2 de la mañana, las trincheras están más que llenas y sigue nevando. (…) La nevada de hoy merece capítulo aparte. Es un espectáculo, después de todo, maravilloso. La ventisca es tremenda, resulta imposible mirar al enemigo.

Esto no se puede describir, pues por mucho que se quiera decir resulta pálido ante la realidad. Son las dos de la madrugada. Por algunos sitios, la trinchera de más de dos metros de profundidad la rebasa un metro la nieve. Ha desaparecido por completo y es facilísimo despistarse.

Dar una vuelta por el servicio de mi Sección me ha costado una hora justa. En las puertas de las chabolas hay que estar continuamente quitando nieve y casi no se da abasto. Si sigue así toda la noche quedaremos bloqueados. El viento viene del campo enemigo y es imposible mirar hacia él. Por algunos sitios me he metido con nieve al pecho y por todos hasta la rodilla por lo menos. No hace un frío exagerado, pero se hiela todo desde luego. Hoy que creí que la gente, ya muy apurada los días anteriores por el mucho frío, iban a estar desesperados, me he llevado una agradable sorpresa; los centinelas y demás servicio estaban de un humor excelente y muchos cantando. Esto, no cabe duda, no lo hace nadie más que los españoles. Ayer mismo, ya digo, la mayoría de la gente parecía que no podría resistir más, ya daba pena verles, y hoy por la noche es terrible la ventisca enorme que duele la cara, los centinelas con nieve a la rodilla, sin poderse mover, con las pestañas heladas, el abrigo rígido completamente helado- cubierto materialmente de nieve ¡en fin! De forma que, si no se ve, parece imposible que se pueda resistir. Aguantan una hora sí y otra no, de puesto, arma al brazo y - ¡cantando! - Es un fenómeno inexplicable, ya digo. A mí me ocurre lo mismo, pues doy una vuelta, tan pronto me caigo hasta el pecho, me levanto etc. Voy con mi cabo de enlace y ayudándonos el uno al otro nos corremos la gran juerga; aunque llegamos a la chabola materialmente helados sin poder abrir los ojos calados ¡en fin! Somos muy grandes los españoles ¡Arriba España!

El diario comienza el día que se inicia el viaje a Rusia, desde la estación del Norte de Madrid. Así describe su salida de España y su entrada en Francia, en donde encuentran un ambiente hostil:

 13/07/1941: A las 4 de la tarde salimos de la estación del Norte de Madrid. La despedida es entusiasta de verdad. A mi casi no me dejan subir al tren. Con apuros consigo hacerlo en un asilo de guardafrenos y allí voy hasta El Escorial. Cenamos en Ávila.

14/07/1941: Desayunamos en Burgos, bien. Es de madrugada y, aunque mal, hemos dormido. En las estaciones del trayecto nos despiden con mucho entusiasmo. Comemos en Miranda. A las siete de la tarde, aproximadamente, Vitoria. Por comprar unas cosas de perfumería perdemos el tren. Lo alcanzamos en el coche Grande. San Sebastián a las 10.30. Cenamos tren 1.30 madrugada.

15/07/1941: De 1.30 a 2, algo emocionados la frontera. Enseguida Hendaya. Seguimos a través de Francia. Burdeos, comemos. La comida nos parece rara y es un plato nada más, aunque fuerte. Luego nos dan un paquete con un pan grande cuadrado y muy feo, una lata de carne y unos caramelos. La población civil es hostil, nos saludan puño en alto y les apedreamos.

Continúa el relato de aquel viaje en tren, llegando finalmente a Grafenwöhr, el 17 de julio. Este lugar le causó muy buena impresión, salvo por el rancho alemán: «¡De madrugada llegamos a Grafenwöhr, el campamento donde nos van a dotar de material. Desembarcamos y nos vamos a los alojamientos. Ya comemos el rancho alemán, es rarísimo y poco. Hasta que nos acostumbremos vamos a pasar mucha hambre. El alojamiento es bueno y el campamento precioso. Son todo chalets, parece una ciudad jardín. (…) Hay casinos de oficiales estupendos y, para cada Batallón, una cantina, en la que hay cerveza de malta y muchas chucherías. El tabaco también es abundante, pero la comida… La cena nos deja helados: una rodaja de mortadela y té con limón.

Continúa con el relato de la extenuante marcha al frente, que para él no lo fue tanto, pues era oficial de una compañía ciclista. El 26 de septiembre escribe: «Descanso. Llevamos andados 702 kms.». Al día siguiente, tras una marcha de 40 kms. mi padre dice que retroceden por la autopista en dirección a Vitebsk, ciudad bielorrusa, pero cercana a la frontera rusa. Desde allí, el viaje continúa ya en tren y camiones, llegando el 12 de octubre a una población cercana a Nóvgorod.

El 13 de octubre es la fecha en que terminan de relevar a la compañía alemana, entrando ya en fuego. Mi padre escribe: «Ayer dormimos en un pueblo próximo a Nóvgorod. Visito por la mañana el frente; la posición que vamos a ocupar me gusta. A las 6 de la tarde salimos hacia el frente y a las 10 empezamos el relevo en la posición de una Compañía alemana. De madrugada terminamos el relevo. Ha estado bien hecho y no ha sonado un tiro. Ayer cañonearon bastante. Me acordé mucho de la Pilarica y estoy contento pues tuve 4 cartas de casa.».

A partir de ese momento comienza ya el relato de sus aventuras bélicas, sus condiciones de vida, la vida de los soldados a sus órdenes, y su continua preocupación por sus vidas y su bienestar. El 18 de febrero de 1942 escribe: «Ayer me hirieron de gravedad al soldado José Vázquez Terán. De madrugada los ruskys dan un golpe de mano a la avanzadilla de la compañía. Se van rabo entre piernas.»

También, por ser anotaciones personalísimas, critica a veces las órdenes de sus mandos o la oportunidad o acierto de las operaciones que se desarrollan:

Esta noche se va a dar el proyectado golpe de mano. Nos reunimos con el Capitán que nos explica las misiones. De una forma que a mí me parece arbitraria, se designa a Larios para ejecutarlo. Yo soy descartado con la excusa de mi pierna, y esto me disgusta enormemente. Al Capitán le han exigido palabra de honor de que no cruzará el río. Yo estoy seguro de que quebrantará esta promesa. A las 10 de la noche sale una patrulla de 12 hombres con el bote para transportarlo a la orilla del río. El bote es neumático de los grandes. Mi impresión es que esto es una tontería pues me parece desproporcionada la exposición ya que no comprendo el fin que se ha de conseguir. A las 11 y media ya viene por mi posición la patrulla que va a cruzar el río. Se trata, única y exclusivamente, de: si es posible, capturar o matar una escuadra y una vez hecho esto tirar un par de bombas de mano para que los rojillos se den cuenta de que les hemos pasado el río. Yo tenía pensado al salir ponerme en la patrulla como uno más sin que el Capitán se diese cuenta: se lo digo a Larios y el Capitán sospecha y está mosca. Yo creo que es por esto por lo que me manda buscar una escuadra de fusión, mientras hago esto ellos se marchan. Cuando yo vuelvo con ellos pienso seguir, pero… temo que el Comandante esté al llegar y en efecto así es, en seguida llaman de su parte. Aquí paso un mal rato, ocurren cosas que a mí me disgustan pues yo tomo estas cosas muy en serio y no por mí precisamente. Transcurrido un rato grande yo estoy ‘cabreado’ y cansadísimo, pues mi pierna todavía no me funciona bien y he danzado mucho además de ir por el pueblo. El Comandante ordena que empiece el ‘cacao’ como él dice, pues cree que los del golpe ya han terminado. Tiran bastante nuestras máquinas y morteros. Naturalmente que los ruskys también tiran; a la panda nuestra en varias ocasiones nos bordan. En una de estas hieren en el pecho a un chico de la 1ª Sección (grave)

Lo que ocurrió allí.- Una vez en la orilla del río y con el bote ya dentro, embarcaron, como yo me imaginaba, el Capitán también. Cruzaron el río sin novedad, pero lo hacían casi enfrente de un puesto avanzado en la orilla enemiga.

Cuando estaban a escasa distancia les hicieron una descarga y volvieron grupas.

Resultado, un soldado muerto casi en el acto y dos heridos, todos dentro de la barca.

La cosa se puso fea para desembarcar, pues con bengalitas etc. les tiraron a placer, pero ya no ocurrió más. Me imagino las angustias que pasaron para llegar a la posición. Únicamente dejaron allí el bote. De acuerdo con el Capitán Orozco, organizamos dos patrullas de ayuda, pero cuando nos disponíamos a salir llegaron ellos.

Mi padre describe muy bien las penalidades que sufren, tanto las debidas al intensísimo frío (llegan a medir unos terribles -46º) como luego, ya en primavera, las producidas por el barro o los mosquitos, que aún les hacen sufrir más. Pero llega la navidad de 1941, y mi padre la describe de este modo tan entrañable:

Deja de llover y empieza gran ventisca. Nieva en abundancia, cuando deja de nevar el frío aumenta mucho. De madrugada es intensísimo, de madrugada llega a – 46o. Esta noche es Nochebuena ¡qué recuerdos! Hace un frío grandísimo. Oímos misa del gallo en la ‘chabola casino’, un acto muy simpático, sencillo y emocionante. La noche es crudísima. Del aguinaldo todavía nada. ¡Noche Buena! Qué recuerdos, hace un frío intensísimo, una de las noches más crudas. A las 12 viene un enlace de P.M. a llamarme para asistir a la misa del gallo. En la ‘chabola’ que se hizo para casino está el altar pequeñito, dentro estamos unos cuantos. Los oficiales, el Comandante, Teniente, Ayudante y médico, que han subido. Algún Sargento de Plana Mayor y los cabos de enlace nuestros. Comulgamos todos y resulta emocionante. En Rusia, en este sitio y con este ambiente no hay que negar que es un acto extraordinario. En estas circunstancias puede que seamos los únicos del mundo que han oído una misa. Fuera, la artillería y morteros enemigos molestan bastante.  

El diario acaba abruptamente, pues se interrumpe con la anotación del 12 de julio de 1942, sin que se nos haya anunciado previamente nada. Es posible que siguiera escribiendo en otra agenda, que se ha perdido, o a lo mejor dejó de hacerlo. Pero no lo sabemos. Acaba así:

Llueve otra vez. Pero no hay mosquitos. Andamos mal de tabaco. Mañana hace un año que salimos de España. Fin del 1er año.

En definitiva, mi padre nos ha dejado un regalo invaluable. Tanto como trozo de historia vívida, como relato de aventuras, o como memoria familiar, el texto es conmovedor, intenso, trepidante y, si se me permite, escrito con muy buen estilo.

Espero tener ocasión, con la ayuda de los grandes historiadores que tenemos cercanos a la memoria divisionaria, dar al relato de mi padre el formato de libro, pues creo que lo merece. Que Dios me ayude a ello.

(En la foto, propiedad de la familia, puede verse la portada del diario)



martes, 22 de junio de 2021

Sánchez y los indultos a los independentistas catalanes

 


Pedro Sánchez


Hoy, día 22 de junio de 2021, se ha perpetrado, por el Gobierno de España, la concesión del indulto a los condenados por los sucesos del 1º de octubre de 2017. Con su deleznable conducta, el Presidente de España está arrastrando por el fango a todos los españoles a quienes representa, disolviendo las instituciones del Estado y pulverizando el Imperio de la Ley, y todo a cambio de un puñado de votos que le permitan seguir en el poder, la única finalidad de esta auténtica barbaridad.

El mismo Juan Luis Cebrián, en un tibio alegato contra la partitocracia que publica hoy El País[1] descubre el verdadero motivo de la medida de gracia, que Sánchez -y sus acólitos- ocultan: «se oculta la verdadera motivación de la concesión de los mismos: garantizar la mayoría parlamentaria suficiente para el mantenimiento de la estabilidad gubernamental». Que este sea el verdadero motivo de la concesión de los indultos convierte a esta medida en indecente e ilegítima[2] la adopción de tal medida, a la par que pone en dolorosa -por ridícula- evidencia la inmensa campaña de mentiras que ha orquestado Sánchez para confundir a los atribulados españoles. Hoy mismo ha afirmado hacerlo «…pensando en el espíritu constitucional de concordia», cuando en la constitución esa palabra no aparece ni una sola vez.

Muchos españoles vemos en esta medida una defección[3] del gobierno y una derrota de la nación española, y por ello es tan doloroso escuchar -sin réplica alguna- las declaraciones de los facciosos encarcelados o sus compinches, como aquella de Cuixart de que el indulto «será el preludio de la derrota que sufrirá el Estado español en Europa», o la de Junqueras, que grita «el indulto es un triunfo porque demuestra la debilidad del Estado».

Un admirado amigo y camarada -y un sabio con mayúsculas- me decía el otro día que a él le parecía más grave que esto todo el asunto de la “Kitchen”. Pero, sin entrar en comparaciones de gravedades, diré que este asunto me parece a mi peor aún que el propio golpe de Estado de 2017. Porque ahora es el propio Gobierno de España quien se vuelve contra su patria, y la traiciona y vitupera, haciendo añicos el imperio de la Ley, mintiendo a todos y haciendo justo lo contrario de lo que decía hace poco al respecto, cuando se cansaban de repetir que «…nunca más indultos por motivos políticos», que acatarían la sentencia y que no estaba ni en la mente ni en el calendario del gobierno indulto alguno a los sediciosos independentistas.

Toda la campaña de mentiras ha estado centrada en destrozar la credibilidad del Poder Judicial y del órgano judicial que está en la cúspide del mismo, tildando una sentencia, correctísima y dictada con las máximas garantías, de “venganza”.

Por último diré que es muy difícil defender estos indultos, desde ningún punto de vista. La apelación a la paz o a la concordia es falaz, no se lo cree nadie, porque ni los propios reos han pedido ni aceptan -en apariencia, al menos- el indulto que se perpetrará en breve. El arrepentimiento de los condenados brilla por su ausencia. Ningún indicio parece indicar que la paz y el diálogo se verán favorecidos por esta inane medida política. 

Aunque aún no sabemos -como recuerda Cebrián en el anteriormente citado artículo[4] – el alcance de los indultos que se concederán, debe recordarse que el artículo 11 de la denominada «Ley estableciendo reglas para el ejercicio de la gracia de indulto», de 18 de junio de 1870, actualmente en vigor señala:

«El indulto total se otorgará a los penados tan sólo en el caso de existir a su favor razones de justicia, equidad o utilidad pública, a juicio del Tribunal sentenciador.».

Pero aquí, el desprecio al Tribunal sentenciador es absoluto, por cuanto que ha expresado a las claras su frontal oposición a la medida de gracia, siendo sus motivos de oposición a la misma, en mi opinión, demoledores. Así, el informe del Tribunal Supremo cita a Jordi Cuixart

«que en su respuesta a la Sala afirma que todo lo que hizo lo volvería a hacer porque no cometió ningún delito. Esas palabras son para el tribunal “la mejor expresión de las razones por las que el indulto se presenta como una solución inaceptable para la anticipada extinción de la responsabilidad penal. De hecho, expresan una actitud antidemocrática, en la que la propia conciencia y el compromiso social que cada ciudadano suscribe le autorizaría a pulverizar las bases de la convivencia, a convertir en ineficaces las resoluciones dictadas por los Jueces y Tribunales de un determinado territorio, a sortear las vías legales de reforma de un sistema jurídico y, en fin, a vulnerar los derechos fundamentales de aquellos otros ciudadanos que no comulguen con esos principios o esa conciencia individual”, subrayan los magistrados.».

La Sala sentenciadora recalca en su informe la gravedad de los delitos cometidos, que atentan contra los pilares de la democracia:

« (…) Varias de las solicitudes de indulto justifican la extinción de la responsabilidad criminal por la desproporción de las penas ante un delito contra el orden público.

La Sala recuerda que su sentencia proclamaba con nitidez que el delito de sedición es algo más que un delito contra el orden público “lo que el hecho probado de nuestra sentencia declara – por más que lecturas parciales e interesadas reiteren lo contrario- no es identificable con el simple desbordamiento de los límites del orden público. Antes al contrario, lo que describe el juicio histórico es un ataque a la paz pública y a la observancia de las leyes y resoluciones como fundamento de la convivencia en el marco constitucional”.

Por ello el tribunal considera que el enfoque tiene que ser distinto cuando lo que está en juego no es la preservación del orden público, sino la solidez de los pilares sobre los que se asienta la convivencia democrática.»

Pues todo esto se lo pasa Sánchez por el arco sur, porque sólo desea conservar su poltrona. Ya lo decía Voltaire: «La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria».  

 

 Imagen: https://www.lamoncloa.gob.es/



[1] Titulado «El reencuentro», que puede leerse en https://elpais.com/opinion/2021-06-21/el-reencuentro.html. Cuando acaba de leerse deja una sensación agridulce, como cuando uno a un bocado a una tarta de queso a la que se ha olvidado de echar el azúcar que prescribe la receta.

[2] En su sentido de que no está de acuerdo con la razón o con lo que se considera justo o razonable, o, en expresión del diccionario panhispánico del español jurídico, «que carece de legitimidad, título válido o justificación suficiente en Derecho.»

[3] DRAE: Acción de separarse con deslealtad de la causa o parcialidad a que se pertenecía.

[4] «(…) no se sabe todavía en qué consisten, aunque un poco más se sabe después de la información que publicara ayer mismo EL PAÍS. Se trata al parecer de un indulto colectivo, disfrazado con matices individuales, y su “utilidad pública” se refiere a “fomentar la convivencia en Cataluña”. Ha sido negociado previamente con los partidos que dirigen los sediciosos, apalabrado con organizaciones sociales, sindicales, empresariales y clericales sin luz ni taquígrafos. Y hasta se han movilizado manifestaciones desde el poder para apoyar la medida. Todo tiene un tono populista muy a la moda, quede donde quede el imperio de la ley.».

lunes, 7 de septiembre de 2020

Aborto intencionado, PIB y pensiones. Un debate interesado

 



En nota de prensa del pasado 11 de diciembre de 2019, el INE hacía oficial un dato extremadamente preocupante: El crecimiento vegetativo de la población (es decir, la diferencia entre nacimientos y defunciones) presentó un saldo negativo de -54.944 personas en 2018, en datos definitivos. Y, en la primera mitad de 2019, se registraron 170.074 nacimientos, un 6,2% menos que en el mismo periodo del año anterior, que, a su vez supuso una disminución del 5,8 % respecto al mismo período del año anterior. El número de nacimientos en la primera mitad del año continuó así con la tendencia a la baja de los últimos años, y, como resultado, el saldo vegetativo de la población fue de –45.002[1] personas en los seis primeros meses de 2019. Esta cifra, similar a la del mismo periodo del año anterior, consolida la tendencia negativa iniciada en el año 2015.

Aunque nuestra sociedad empieza a ser consciente de la enorme gravedad del problema, siguen sin analizarse -y menos aún, sin intentar resolverse- las causas últimas de este preocupante fenómeno. Para ver sus causas profundas, debemos comparar ese dato estadístico con otro no menos alarmante: al mismo ritmo que descienden los nacimientos, descienden los matrimonios. En 2018 hubo un total de nacimientos de 372.777, lo que supuso una disminución del 5,19 %, según datos del INE. Y según ese mismo Instituto, hubo 167.613 matrimonios, de decir, un -3,46 % que el año inmediato anterior.

Menos familia, esa es la raíz del problema. El pasado día 8 de enero, The Family Watch presentaba su IX Baremo de la Familia en España, en el que se analizan las causas de la bajísima tasa de fecundidad de la mujer española: una de las conclusiones que se extrae del estudio realizado es que los menores de 45 años, a corto plazo, prefieren prosperar profesionalmente, viajar y ampliar sus estudios a formar una familia, lo que explica en gran medida el preocupante dato de natalidad de nuestro país. Las familias españolas tienen, además, muy poca confianza en el futuro: el pesimismo de las Familias se ha incrementado en más de 20 puntos en el último año (de 36,5% a 57,5%)[2]. Con el añadido del creciente número de abortos intencionados, cuyas cifras alcanzan cuantías pavorosas en España. Porque menos familia implica, sencillamente, menos hijos, negro futuro, inviabilidad del Estado del bienestar e insostenibilidad del sistema de pensiones tal y como está diseñado hoy.

Precisamente,  y con relación a la viabilidad de las pensiones públicas, cuando hace pocos meses, y con respecto a los datos demográficos de 2018, un conocido líder político afirmaba que, si queremos financiar las pensiones, “debemos pensar en cómo tener más niños, no en abortar”, inmediatamente surgieron voces discrepantes en multitud de medios de comunicación, que venían a decir que los datos desmentían esa (tan evidente) afirmación, toda vez que, según ellos, “la solución a corto plazo para solventar la crisis demográfica que pone en jaque el futuro del sistema de pensiones reside en la llegada de población extranjera”[3], además de que, decían, “prohibir el aborto apenas tendría ningún impacto a la hora de recuperar el equilibrio financiero de la Seguridad Social.”

Podemos hacer un cálculo aproximado -y, casi con toda seguridad, inferior a la cifra real- del número de españoles que, habiendo sido concebidos, no han llegado a nacer a causa del aborto intencionado, desde 1985 (hay datos desde 1987)[4]: aproximadamente, unos 2,29 millones, con una media de 74.000 abortos intencionados cada año.

Porque está claro que la natalidad[5] es una cuestión de máxima importancia para el presente, y para el futuro de cualquier sociedad. “¿Por qué nos debe preocupar la natalidad? ¿La decisión de una pareja sobre los hijos que quieran tener no es una cuestión privada? la respuesta a esta segunda pregunta es, en esencia, no. Desde los inicios de la civilización moderna, la natalidad ha sido una importante cuestión de interés público (…).”[6]

Y a nadie se le escapa que el aborto intencionado, en cifras tan abultadas como las habidas en España en los últimos 30 años, influye notablemente en la disminución del índice de fecundidad. De hecho, si no hubiera habido abortos intencionados el índice de fecundidad “hubiera estado en 2015 alrededor de 1,6 hijos/mujer en lugar de 1,33 y más cerca del nivel de reemplazo generacional[7]

Si España (en realidad, toda Europa) sigue con estas bajísimas tasas de fecundidad, el futuro que nos espera es, más que negro, inexistente. “Consideremos las previsiones siguientes: si una sociedad puede mantener una tasa de fecundidad de 1,9 hijos por mujer, su población al final de este siglo se habrá reducido aproximadamente en un 15%. pero si una sociedad se encalla en una tasa inferior, es decir, de menos de 1,4 hijos por mujer por término medio, al final del siglo su población total será apenas el 25% del tamaño actual (Mcdonald, 2002). España ejemplifica este síndrome de fecundidad muy baja, y, de persistir, en el año 2100 tendrá una población de tan solo 10-15 millones de personas (es preciso recordar que estas previsiones no tienen en cuenta los cambios de población causados por la inmigración o la emigración)”[8].

Esos artículos periodísticos que niegan las abrumadoras evidencias estadísticas son mendaces, porque se limitan a proyectar, a día de hoy, la situación que el aumento del número de cotizantes (por esos abortos intencionados no producidos) tendría sobre el déficit de la seguridad social. Visión tan a corto plazo, y tan carente de virtualidad alguna como solución de futuro, que dejan patente que no eran más que un intento de desacreditar a aquel político que ligó número de abortos con el futuro -no con el presente- del sistema de pensiones.

La viabilidad de dicho sistema, con vistas al medio y largo plazo, es objeto de largos y profundos debates en todo el mundo, principalmente en occidente. Hay quien afirma -autores generalmente instalados en el lado izquierdo del espectro político- que el problema no es demográfico, sino de productividad, y “si la renta per cápita crece, no hay motivo para considerar, sea cual sea la pirámide de población, que (…) los pensionistas no puedan seguir percibiendo los mismos ingresos en términos reales”[9]. Pero, sin embargo, el consenso mayoritario se sitúa en considerar que las pensiones y la natalidad son dos caras de la misma moneda: Fernando Martínez Borlado, en artículo con ese título[10], comenta, a partir de un análisis de la Consultora PwC, de 2010, el exitoso modelo sueco, según el cual, “las cotizaciones de los trabajadores suecos alimentan dos sistemas complementarios de pensiones. Uno es colectivo y básicamente de reparto; y el otro, individual y de capitalización. El primero capta la mayor parte de las cotizaciones (16,5% del salario bruto), y se utiliza para pagar las pensiones de los ya jubilados. Lo que cotiza cada trabajador se va acumulando de manera “virtual” en una cuenta que se le adjudica. Cuando el trabajador se jubila o va a empezar a cobrar su pensión por otro motivo, lo acumulado en su cuenta es la base para el cálculo de su pensión, de tal forma que lo que una persona recibe como pensión es un reflejo más directo de sus aportaciones durante toda su vida laboral”. Y sigue diciendo, que, en la línea que aquí venimos defendiendo, “aunque en el informe de PwC se sugiere que España debería adoptar el modelo sueco, el fomento de la natalidad aparece como una condición previa”.

La estremecedora cifra de abortos intencionados, producidos en España en los últimos 30 años, tiene otro efecto perverso, nunca convenientemente valorado, que es la enorme pérdida de felicidad y bienestar personal que supone la renuncia a la procreación, y más aún, de una renuncia cuando ya se ha procreado, mediante la eliminación del ser en gestación. Al respecto, podemos leer en el informe de Gøsta Esping-Andersen (coordinador)[11] que “también podemos definir la fecundidad como un asunto de bienestar al nivel micro de los individuos y las familias. De hecho, tener hijos es uno de los ingredientes fundamentales en la búsqueda del bienestar y la satisfacción vital, y los datos así lo corroboran varios estudios, que concluyen que los hijos producen un dividendo significativo de felicidad (Aassve et al., 2012; Kohler, 2005). Resulta inexplicable que esta dimensión haya recibido tan escasa atención en los debates sobre políticas públicas. A pesar de ello, fue el tema principal en la defensa que hicieron los Myrdal[12] de políticas activas de apoyo a la familia”.”

Por tanto, concluimos, el hecho de que nos falten nada menos que 2,26 millones de españoles, que habiendo sido concebidos en los últimos 30 años en España, no han nacido por decisión intencionada de quien era responsable de ellos, pone en serio peligro la misma existencia de nuestra civilización.

Imagen: https://www.definicion.xyz/2018/05/estadistica-descriptiva.html



[1] Instituto Nacional de Estadística. Nota de prensa de 8/1/2020.

[2] TFW. NOTA DE PRENSA. PRESENTACIÓN DEL ‘IX BARÓMETRO DE LA FAMILIA TFW’. Madrid, 8 de enero de 2020.

[3] Desde medios oficiales se intenta quitar importancia al problema diciendo que la inmigración será lo que revierta la situación, lo cual no deja de ser un engaño, en el sentido de engañar como “aliviar momentáneamente una sensación o necesidad, o hacer que disminuya”, es decir, como se engaña el hambre. En efecto, basta comprobar que los flujos migratorios hacia España han experimentado un auge impresionante desde el comienzo del nuevo milenio, pero, a pesar de ello, la población baja y el índice de fecundidad de la mujer española está entre los más bajos del mundo. Los inmigrantes resolverán momentáneamente el problema, pero su afluencia no es ninguna solución. En el Estudio “La situación demográfica en España. Efectos y consecuencias”, Separata del volumen II del Informe anual del Defensor del Pueblo correspondiente a 2018 puede leerse: “La llegada de extranjeros ocasiona una mejora de la demografía española, si bien las diferencias que existían en el momento de las llegadas se diluyen a medida que la población extranjera se integra en la sociedad de acogida.”.

[4] https://www.mscbs.gob.es/ca/profesionales/saludPublica/prevPromocion/embarazo/home.htm#datos

[5] No deben confundirse los conceptos de natalidad y fecundidad, que se emplean como sinónimos, pero que no lo son: “La natalidad es la frecuencia de los nacimientos producidos en el conjunto de una población, es decir, relaciona el número de nacimientos con el número de personas que forman una población concreta. Habitualmente se considera un período de tiempo determinado, por ejemplo, un año. La fecundidad es la frecuencia de nacimientos identificando el subconjunto de la población susceptible de experimentarlos. En otras palabras, relaciona el número de nacimientos con las mujeres en edad de procrear dentro de una población, habitualmente en el transcurso de un año.” Demografía. López Hernández, Dolores y Montoro Gurich, Carolina. 2008.

[6] Frase que puede leerse en el trabajo titulado El déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español. Colección Estudios Sociales Núm. 36. Gøsta Esping-Andersen (coordinador). Obra Social La Caixa.

[7] Instituto de Política Familiar (IPF), ha elaborado el informe “El Aborto en España 30 años después (1985 – 2015)”. Enero, 2017

[8] Colección Estudios Sociales Núm. 36. El déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español. Gøsta Esping-Andersen (coordinador). Obra Social La Caixa.

[9] Martín Seco, Juan Francisco. “La sostenibilidad de las pensiones”, en La República, 18/04/2013.

[10]RODRÍGUEZ-BORLADO, FERNANDO. Pensiones y natalidad: dos caras de la misma moneda. 24-julio-2013. Disponible en https://www.aceprensa.com/articles/pensiones-y-natalidad-dos-caras-de-la-misma-moneda/

[11] Colección Estudios Sociales Núm. 36. El déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español. Gøsta Esping-Andersen (coordinador). Obra Social La Caixa.

[12] Gunnar Myrdal, economista sueco, premio nobel de Economía, y su esposa, Alva Myrdal, premio Nobel de la Paz.

jueves, 14 de mayo de 2020

La violencia verbal de los políticos profesionales




«Para Adolf Hitler, pronunciar un discurso era un acto de violencia»
Max Gallo, La noche de los cuchillos largos

Los españoles estamos asistiendo en los últimos tiempos –y en especial desde el Decreto que instauró el Estado de Alarma- a una «escalada» en los niveles de agresividad del discurso político. Hace pocos días, el líder de un grupo parlamentario decía, en la misma sede de la soberanía, lo siguiente, refiriéndose a los representantes de otro grupo político de ideología opuesta: Porque ustedes representan el odio, la hipocresía y la miseria moral, y les aseguro que España, y nuestro pueblo, una vez más, como en el siglo XX, se quitará de encima la inmundicia que ustedes representan. Quien pronunció estas palabras fue, nada menos, que Pablo Iglesias Turrión, vicepresidente segundo del gobierno de España, el pasado 29 de abril.

Los Estados totalitarios tienen por costumbre utilizar un lenguaje muy agresivo, violento, y ofensivo, porque el poder de sus líderes descansa, en buena parte, en el miedo. Baste de ejemplo la frase de Adolf Hitler que sirve de pórtico. Para Vladimir Ilich Uliánov (Lenin)  el uso de la violencia era esencial en su táctica revolucionaria,  y dijo al respecto:

La dictadura revolucionaria del proletariado es un poder conquistado y mantenido mediante la violencia ejercida por el proletariado sobre la burguesía, un poder no sujeto a ley alguna. (Obras escogidas, T. III, p 37)[1].

Siempre he mantenido la convicción de que el ejercicio de la violencia no sólo se lleva a cabo con acciones que impliquen el uso de la fuerza física, que acaben lesionando a personas o destrozando objetos. También es violencia el insulto, el desprecio o la amenaza, es violencia verbal. La cualidad de violento implica el uso de una fuerza e intensidad extraordinarias, física o –lo que es más importante ahora- moral. Se invoca, en ocasiones, la libertad de expresión para amparar estos excesos, pero se olvida que tal derecho no puede amparar jamás el uso de la violencia.

Ese lenguaje cargado de agresividad –lenguaje, insisto, violento- traspasa la puerta del hemiciclo y contagia, como un virus, a amplios sectores de la sociedad española, que se empieza a notar por momentos más polarizada, es decir, orientada en dos opciones contrapuestas. No hace falta que traigamos a colación la manida frase de Antonio Machado, pero no es bueno que olvidemos nuestra propia historia.

En la web del Congreso de los Diputados pueden consultarse los Diarios de Sesiones de la Cámara en los tiempos de la Segunda República. Si consultamos los de 1936, cuando, tras las elecciones de febrero, gobernaba el Frente Popular, sus niveles de violencia verbal eran muy elevados, reflejo de la virulencia del enfrentamiento político que ya se daba en la sociedad, y en las calles. Esos enfrentamientos desembocaron en la devastadora y cruenta guerra civil.

De dicho Diario de Sesiones sacamos este extracto del discurso del diputado don José Calvo-Sotelo, entre gritos e insultos:

(…) Eso pienso, y hago constar que mientras la presidencia me ampare en mi derecho permaneceré impertérritamente en pie, dispuesto a decir todo lo que tengo que decir. (Nuevas interrupciones: Todas las agresiones han partido de vosotros. (¡Qué cinismo!) Advierto que las interrupciones que tengan carácter ofensivo, viniendo de algunas personas para mí no lo serán. (La Sra. Ibárruri: Id a decir esas cosas en Asturias. —Continúan los rumores.)
Iba diciendo, Sr. Presidente, que con su venia entregaré a la Redacción del Diario de Sesiones los datos cuya lectura omito para no prolongar mi intervención. (Rumores.) Y advierto que entre esos episodios los hay tan horrendos, que los mismos que me interrumpen serían los primeros en guardar silencio, porque no hay ninguna persona, no ya con figura, con alma, que quiere decir figura humana, que ante ciertos episodios canallescos y horrendos, cualesquiera que sean sus autores y sus víctimas, no sienta indignación. (Nuevas protestas.)
El Sr. Azaña se limitaba a calificar de tonterías el incendio de las iglesias. (Denegaciones. — El Sr. Sánchez Albornoz: Pero, ¿cuándo lo ha dicho?) Nunca, Sr. Azaña, se puede calificar así el incendio de un templo. (Rumores y protestas. —El Sr. Presidente reclama orden. —La Sra. Nelken: Hay cosas que no se pueden oír con paciencia, ni con campanilla ni sin ella.)

En la siguiente sesión, de 16 de abril de 1936, el diputado de derechas José María Gil-Robles había hecho recuento de los recientes actos violentos. Se debatía, como estos días de la pandemia, la proposición no de Ley del fin del Estado de Alarma:

Me va a permitir la Cámara que brevemente haga una estadística de cuál es el desconcierto de España desde que el Sr. Casares Quiroga ocupa la, cabecera del banco azul. Desde el 13 de Mayo al 15 de Junio, inclusive:
Iglesias totalmente destruidas, 36. Asaltos de iglesias, incendios sofocados, destrozos e intentos de asalto, 34. Muertos, 65. Heridos de diferente gravedad, 230. Atracos consumados, 24. Centros políticos, públicos y particulares destruidos, 9. Asaltos, invasiones, e incautaciones -las que se han podido recoger-, 46. Huelgas generales, 79. Huelgas parciales, 92. Clausuras ilegales, 7. Bombas halladas y explotadas, 47.

Acabo con un breve extracto de la intervención de la diputada doña Dolores Ibárruri en esa misma sesión:

Cultivasteis la mentira; pero la mentira horrenda, la mentira infame; cultivasteis la mentira de las violaciones de San Lázaro; cultivasteis la mentira de los niños con los ojos saltados; cultivasteis la mentira de la carne de cura vendida a peso; cultivasteis la mentira de los guardias de Asalto quemados vivos. Pero estas mentiras tan diferentes, tan horrendas todas, convergían a un mismo fin: el de hacer odiosa a todas las clases sociales de España la insurrección asturiana, aquella insurrección que, a pesar de algunos excesos lógicos, naturales en un movimiento revolucionario de tal envergadura, fue demasiado romántico, porque perdonó la vida a sus más acerbos enemigos, a aquellos que después no tuvieron la nobleza de recordar la grandeza de alma que con ellos se había demostrado.

Esa violencia verbal tan extremada era entonces reflejo de la violencia real en las calles. Hoy, todavía, ese nivel de violencia total no existe aún en España. Pero el derrotero por el que discurre la política y la sociedad españolas resulta muy preocupante. Como nos enseña la historia, avivar el odio en una nación como la nuestra puede llevarnos a una violencia devastadora. Recuperemos la educación, la cordura y el debate sosegado.

Imagen: Bundesarchiv. (Bbundesarchiv_Bild_146-1982-004-13A_Aufmarsch_am_Abend_der_Machtergreifung_Hitlers.jpg)

[1] Pueden consultarse fácil y gratuitamente en Internet: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe3/lenin-obras-3-3.pdf

lunes, 27 de abril de 2020

Pablo Iglesias y la lucha por la independencia judicial


Rudolf von Ihering

Dedicado a Juan Antonio Sáenz de San Pedro, amigo del alma, Magistrado, y sabio

Recientemente, el Vicepresidente Segundo del Gobierno de España ponía seriamente en cuestión la independencia judicial mediante un comentario en la red social twitter, en el que, tras afirmar, de forma retórica[1], que las sentencias deben acatarse o recurrirse, escupía este exabrupto:
«En España mucha gente siente que corruptos muy poderosos quedan impunes gracias a sus privilegios y contactos, mientras se condena a quien protestó por un desahucio vergonzoso.».
De este modo, una autoridad institucional del poder ejecutivo español ponía seriamente en entredicho una concreta actuación de otro de los poderes del Estado, el judicial. Resulta sencillamente ridículo –no constituyendo sino un desprecio a la inteligencia de los españoles- lo que afirmó, en su tardía reacción, el Presidente Sánchez, diciendo que Iglesias hablaba como Secretario general de Podemos...
Un Estado de Derecho descansa sobre cuatro pilares:
  • Imperio de la ley: ley como expresión de la voluntad popular.
  • División de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.
  • Legalidad de la Administración: actuación según la ley y suficiente control judicial y
  • Derechos y libertades fundamentales garantizados y efectivamente realizados.
En otro post de este mismo Blog hablé ya del Imperio de la Ley, a propósito de la cuestión de Cataluña[2]. Ahora comentaremos el segundo de esos pilares, la división de poderes. Aunque con antecedentes que arrancan en Aristóteles, la formulación del principio más elaborada aparece en «El espíritu de las leyes», de 1748, en el que Montesquieu afirma:
«[no hay libertad] cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor.
En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.».
El título del presente post procede en parte del conocido opúsculo de R. von Ihering La lucha por el Derecho, que llegó a mis manos hace años en la edición de la Editorial Comares, con el prólogo de la traducción española (de Adolfo Posada) escrito por Leopoldo Alas, «Clarín», en 1881, que Giner estimaba como uno «de los trabajos de más intensa profundidad y de más sustancia de nuestra literatura filosófico-jurídica», como nos recuerda, en el estudio preliminar de la obra, José Luis Monereo.
La lucha por el Derecho es un deber moral de todo ciudadano, porque hemos otorgado poderes al Estado, exorbitantes, y ello supone la necesidad de arbitrar mecanismos de control a ese poder, y principal mecanismo para ello es el Derecho[3]. De esta idea surge fácilmente otra: la inevitable tensión entre el estado y el Derecho[4], que plantea importantes retos a la organización política de los Estados, y cuya mejor solución hallada hasta el presente es el concepto de Estado de Derecho, cuyos requisitos son aquellos cuatro que se han señalado.
Como recuerda Elías Díaz, la separación de poderes «constituye el resultado histórico de la lucha contra el absolutismo de los reyes en nombre de los derechos del pueblo»[5]Mediante la separación de poderes, recíprocamente estos se limitan entre sí. 
Exigencia básica de la separación de poderes es la independencia de los jueces: necesitan, a la hora de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, no estar sometidos a otro imperativo que el de la Ley. Porque, como afirma el profesor Díaz –de lo mejor de la intelectualidad socialista española- «La independencia del poder judicial frente a las presiones tanto del legislativo como, sobre todo, del ejecutivo, constituye una pieza insustituible del Estado de Derecho (…) este punto es, en efecto, central para comprobar si existe o no auténtico Estado de Derecho (…): así, (…) cuando el poder político se inmiscuye bajo formas diferentes en la actuación de los Tribunales (…), puede decirse que no existe en modo alguno Estado de Derecho.»
Sin Estado de Derecho no puede existir una sociedad democrática. Es ontológicamente imposible, jurídica y socialmente inviable. Un Estado en el que no impere la Ley y en el que los poderes no se controlen recíprocamente, porque la separación entre ellos falla, es un Estado autoritario. 
Si no tomamos en serio la independencia de los jueces en su función jurisdiccional, el totalitarismo está llamando a nuestra puerta. Por que, como afirma Ihering, «El derecho [es] una idea de fuerza; he ahí por que la justicia, que sostiene en una mano la balanza donde pesa el derecho, sostiene en la otra la espada que sirve para hacerle efectivo. La espada, sin la balanza, es la fuerza bruta, y la balanza sin la espada, es el derecho en su impotencia». En opinión de Ihering, es el individuo inserto en el organismo político el que debe luchar por el derecho, por sus derechos, y más en una sociedad democrática: «(…) si se quiere saber cómo una Nación defenderá en un caso dado sus derechos políticos y su rango internacional, basta saber cómo el individuo defiende su derecho personal en la vida privada.»
La cuestión es de importancia capital si no queremos dejarnos caer por la pendiente de un populismo lenitivo que nos conducirá directos al autoritarismo. No olvidemos que esa lucha por el derecho –y la independencia judicial es uno de los nuestros- nos incumbe en primer lugar a los ciudadanos. Pero no perdamos toda esperanza, y recordemos, con Clarín, que «la lucha [es] un estado transitorio para llegar a obtener satisfacciones que acaban con ella.»[6].

Imagen: https://gradoceroprensa.files.wordpress.com/2018/03/images13.jpeg?w=171


[1] Tercera acepción de la palabra retórica en el DRAE: adj. despect. Vacuo, falto de contenido. Una disculpa retórica.
[3] El iusfilósofo socialista Elías Díaz, hoy catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid afirma (en Estado de Derecho y sociedad democrática) que «Las ideas de control jurídico, de regulación desde el Derecho de la actividad estatal, de limitación del poder del Estado por el sometimiento a la Ley aparecen, pues, como centrales en el concepto del Estado de Derecho (…).».
[4] Como afirma G. Radbruch en su Filosofía del Derecho, «Entre ambos concepto [el estado y el derecho, la prioridad de uno u otro] existe una aguda tensión, tensión como la que se encuentra siempre entre una norma y una realidad (…).»
[5] En la citada Estado de Derecho y sociedad democrática.
[6] Leopoldo Alas en el prólogo a La Lucha por el derecho, de R. von Ihering 

Un año en la División Azul.

Transcribo a continuación el artículo que publiqué recientemente en el número 743, junio 2021, de la revista mensual BlauDivisión, Boletín d...