Hoy, día 22 de junio de 2021, se ha perpetrado, por el Gobierno de España, la concesión del
indulto a los condenados por los sucesos del 1º de octubre de 2017. Con su
deleznable conducta, el Presidente de España está arrastrando por el fango a
todos los españoles a quienes representa, disolviendo las instituciones del
Estado y pulverizando el Imperio de la Ley, y todo a cambio de un puñado de
votos que le permitan seguir en el poder, la única finalidad de esta auténtica
barbaridad.
El mismo Juan Luis Cebrián, en
un tibio alegato contra la partitocracia que publica hoy El País[1] descubre
el verdadero motivo de la medida de gracia, que Sánchez -y sus acólitos- ocultan:
«se oculta la verdadera motivación de la concesión de los mismos: garantizar la
mayoría parlamentaria suficiente para el mantenimiento de la estabilidad
gubernamental». Que este sea el verdadero motivo de la concesión de los
indultos convierte a esta medida en indecente e ilegítima[2] la
adopción de tal medida, a la par que pone en dolorosa -por ridícula- evidencia
la inmensa campaña de mentiras que ha orquestado Sánchez para confundir a los
atribulados españoles. Hoy mismo ha afirmado hacerlo «…pensando en el espíritu constitucional
de concordia», cuando en la constitución esa palabra no aparece ni una sola
vez.
Muchos españoles vemos en esta
medida una defección[3] del
gobierno y una derrota de la nación española, y por ello es tan doloroso
escuchar -sin réplica alguna- las declaraciones de los facciosos encarcelados o
sus compinches, como aquella de Cuixart de que el indulto «será el preludio de
la derrota que sufrirá el Estado español en Europa», o la de Junqueras, que
grita «el indulto es un triunfo porque demuestra la debilidad del Estado».
Un admirado amigo y camarada -y
un sabio con mayúsculas- me decía el otro día que a él le parecía más grave que
esto todo el asunto de la “Kitchen”. Pero, sin entrar en comparaciones de gravedades,
diré que este asunto me parece a mi peor aún que el propio golpe de Estado de
2017. Porque ahora es el propio Gobierno de España quien se vuelve contra su
patria, y la traiciona y vitupera, haciendo añicos el imperio de la Ley,
mintiendo a todos y haciendo justo lo contrario de lo que decía hace poco al
respecto, cuando se cansaban de repetir que «…nunca más indultos por motivos
políticos», que acatarían la sentencia y que no estaba ni en la mente ni en el
calendario del gobierno indulto alguno a los sediciosos independentistas.
Toda la campaña de mentiras ha
estado centrada en destrozar la credibilidad del Poder Judicial y del órgano
judicial que está en la cúspide del mismo, tildando una sentencia,
correctísima y dictada con las máximas garantías, de “venganza”.
Por último diré que es muy difícil
defender estos indultos, desde ningún punto de vista. La apelación a la paz o a
la concordia es falaz, no se lo cree nadie, porque ni los propios reos han
pedido ni aceptan -en apariencia, al menos- el indulto que se perpetrará en
breve. El arrepentimiento de los condenados brilla por su ausencia. Ningún indicio parece indicar que la paz y el diálogo se verán favorecidos por esta inane medida política.
Aunque aún no sabemos -como
recuerda Cebrián en el anteriormente citado artículo[4] – el alcance
de los indultos que se concederán, debe recordarse que el artículo 11 de la
denominada «Ley estableciendo reglas para el ejercicio de la gracia de indulto»,
de 18 de junio de 1870, actualmente en vigor señala:
«El indulto total se
otorgará a los penados tan sólo en el caso de existir a su favor razones de
justicia, equidad o utilidad pública, a juicio del Tribunal sentenciador.».
Pero aquí, el desprecio al
Tribunal sentenciador es absoluto, por cuanto que ha expresado a las claras su
frontal oposición a la medida de gracia, siendo sus motivos de oposición a la misma,
en mi opinión, demoledores. Así, el informe del Tribunal Supremo cita a Jordi
Cuixart
«que en su respuesta a la
Sala afirma que todo lo que hizo lo volvería a hacer porque no cometió ningún
delito. Esas palabras son para el tribunal “la mejor expresión de las razones
por las que el indulto se presenta como una solución inaceptable para la
anticipada extinción de la responsabilidad penal. De hecho, expresan una
actitud antidemocrática, en la que la propia conciencia y el compromiso social
que cada ciudadano suscribe le autorizaría a pulverizar las bases de la
convivencia, a convertir en ineficaces las resoluciones dictadas por los Jueces
y Tribunales de un determinado territorio, a sortear las vías legales de
reforma de un sistema jurídico y, en fin, a vulnerar los derechos fundamentales
de aquellos otros ciudadanos que no comulguen con esos principios o esa
conciencia individual”, subrayan los magistrados.».
La Sala sentenciadora recalca en
su informe la gravedad de los delitos cometidos, que atentan contra los pilares
de la democracia:
« (…) Varias de las
solicitudes de indulto justifican la extinción de la responsabilidad criminal
por la desproporción de las penas ante un delito contra el orden público.
La Sala recuerda que su
sentencia proclamaba con nitidez que el delito de sedición es algo más que un
delito contra el orden público “lo que el hecho probado de nuestra sentencia
declara – por más que lecturas parciales e interesadas reiteren lo contrario-
no es identificable con el simple desbordamiento de los límites del orden
público. Antes al contrario, lo que describe el juicio histórico es un ataque a
la paz pública y a la observancia de las leyes y resoluciones como fundamento
de la convivencia en el marco constitucional”.
Por ello el tribunal
considera que el enfoque tiene que ser distinto cuando lo que está en juego no
es la preservación del orden público, sino la solidez de los pilares sobre los
que se asienta la convivencia democrática.»
Pues todo esto se lo pasa Sánchez
por el arco sur, porque sólo desea conservar su poltrona. Ya lo decía Voltaire:
«La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a
los hombres sin memoria».
[1] Titulado «El reencuentro», que puede leerse en https://elpais.com/opinion/2021-06-21/el-reencuentro.html.
Cuando acaba de leerse deja una sensación agridulce, como cuando uno a un bocado
a una tarta de queso a la que se ha olvidado de echar el azúcar que prescribe
la receta.
[2] En su sentido de que no está de acuerdo con la razón o
con lo que se considera justo o razonable, o, en expresión del diccionario
panhispánico del español jurídico, «que carece de legitimidad, título válido o
justificación suficiente en Derecho.»
[3] DRAE: Acción de separarse con deslealtad de la causa o
parcialidad a que se pertenecía.
[4] «(…) no se sabe todavía en qué consisten, aunque un
poco más se sabe después de la información que publicara ayer mismo EL PAÍS. Se
trata al parecer de un indulto colectivo, disfrazado con matices individuales,
y su “utilidad pública” se refiere a “fomentar la convivencia en Cataluña”. Ha
sido negociado previamente con los partidos que dirigen los sediciosos,
apalabrado con organizaciones sociales, sindicales, empresariales y clericales
sin luz ni taquígrafos. Y hasta se han movilizado manifestaciones desde el
poder para apoyar la medida. Todo tiene un tono populista muy a la moda, quede
donde quede el imperio de la ley.».
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