miércoles, 21 de marzo de 2012

Las Cofradías y la familia (II)





Segunda parte:



3.     El ocio familiar significativo

La sociedad actual, con la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral y la asunción por parte del Estado moderno del papel de dispensador de todo un elenco de Servicios Públicos que conforman el llamado “Estado del bienestar”, acota un modo de vida que afecta tanto a los individuos aislados como a cada uno de los grupos en que estos se organizan, incluyendo a las familias, modo de vida que está presidido por la división del tiempo en dos grandes compartimentos: el tiempo de trabajo (o de escuela), tiempo del deber o de la obligación, y el tiempo de Ocio. No cabe duda de que la convivencia familiar, salvo excepciones, tiene lugar mayoritariamente en este último, por lo que el tiempo de ocio familiar es de importancia capital en la educación familiar.


 Por ello, afirma Bofarull (de quien hemos tomado el concepto de “ocio familiar significativo”) que “el lugar privilegiado para la educación familiar es de las actividades de ocio. Allí la educación, la formación, la personalización y la potenciación de las cualidades de los hijos no suponen una actitud gravosa, rutinaria y poco atractiva, sino que se pueden convertir en una suma de encuentros y actividades cargada de felicidad y creatividad.”[1] Y ese lugar privilegiado es el momento de ocio familiar, pero «significativo», es decir, el que tiene como objetivo “desarrollarse en la vida personal y social de la propia familia (a través de cada uno de sus miembros) en actividades cooperativas, formativas y sociales[2]. Este ocio familiar, así vivido, “constituye un capítulo muy importante de la educación en valores y virtudes”.[3]

Las familias que se esfuerzan por hacer de sus ratos de ocio compartidos un espacio educativo son aquellas que disfrutan de lo que Bofarull llama “conciencia de misión familiar[4], y suelen utilizar el asociacionismo con objeto de alcanzar esta significación formadora de sus ratos de ocio. Las familias pueden asociarse de multitud de maneras distintas, a través de Asociaciones Culturales, Clubes juveniles, APA’s, y, también, asociaciones religiosas de laicos, entre las que se encuentran las Cofradías Penitenciales.

Los beneficios del ocio familiar así entendido son numerosísimos, y existen numerosos estudios de universidades anglosajonas sobre este particular. Podemos, someramente, citar, con Bofarull, algunos de ellos: beneficios personales psicológicos y psicofisiológicos (mejor salud mental y mantenimiento de la misma, desarrollo y crecimiento personal, satisfacción y apreciación personal), beneficios sociales y culturales (vinculación social, cohesión y cooperación, incremento de la vida cívica y democrática, identidad cultural, prevención de problemas sociales para jóvenes en riesgo, beneficios para el desarrollo de los niños),  beneficios para la propia familia (incremento de la unidad -cohesiva y adaptativa- y vinculación intrafamiliar, fuente de felicidad familiar), beneficios económicos (reducción de costos de salud, incremento de la productividad y menor absentismo laboral, crecimiento económico local y regional).


[1] BOFARULL, IGNASI DE., Op. Cit. P. 86
[2] BOFARULL, IGNASI DE., Op. Cit. P. 85
[3] BOFARULL, IGNASI DE., Op. Cit. P. 85
[4] BOFARULL, IGNASI DE., Op. Cit. P. 90

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