Escribíamos dos entradas más
abajo (ver "Homosexualismo político") que “los activistas homosexuales pretenden impedir que hablemos con libertad
los que no pensamos que en materia de sexualidad todo es «igual» de valioso”, y que “es
evidente el derecho de un padre a intentar (siempre con el máximo respeto a la
persona y a su libertad) que su hijo no incurra en la práctica de la
homosexualidad, si cree que ello le conducirá a la infelicidad. Porque uno está
en su derecho de creer que el estilo de vida heterosexual es más adecuado, más
sano y más susceptible de generar una vida feliz y completa que el homosexual”.
Porque, insistía, “los que pensamos eso
tenemos perfecto derecho a ello, pues ni insultamos ni faltamos el respeto a
nadie”.
Todo ello hace evidente la falta
de libertad que en España (y en gran parte de occidente) existe hoy cuando se
habla de esta materia, y la existencia cada vez más envalentonada e
indisimulada, de un nuevo integrismo, de un nuevo “fascismo” que consiste en eliminar el derecho humano básico a la
libertad de expresión cuando uno no piensa de la manera que el homosexualismo
político cree que debemos pensar. Decíamos también que una muestra de ese nuevo
integrismo es la manera en que se ha crucificado al Mons. Reig Pla por su
homilía del viernes Santo.
Pues bien, todo ello queda
patéticamente confirmado cuando el Ayuntamiento de Alcalá de Henares aprueba
una moción de veto respecto al Arzobispo de Alcalá, de manera que se impida su presencia en actos municipales. Pero dejemos que sea mi
admirado y sabio amigo, D. Vicente Morro quién, haciendo un magnífico ejercicio
de ironía, explica el asunto en la carta que transcribo a continuación,
titulada “¿QUERRÁN RECUPERAR TAMBIÉN EL
PALIO?”:
Hemos regresado al pasado. Ha sucedido en Alcalá de Henares. El milagro
lo ha obrado, aunque parezca mentira, un grupo de individuos seguramente
laicistas orgullosos, por su ideología lógicamente. Este grupo ha conseguido,
además, otro milagro: ha resucitado a Franco. Bueno, al menos a alguna de sus
prebendas. En efecto, han recuperado el privilegio de presentación de obispos.
Han decidido quién puede y quién no puede ser obispo en Alcalá. Han decidido,
incluso, dar instrucciones al Cardenal de Madrid. Ni Franco se hubiera atrevido
a tanto. Por cierto, ahora ha sido en Alcalá, pero mañana puede ser en
cualquier otro lugar en el que un obispo, un párroco o un simple catequista
diga algo que no les guste o que no se ajuste a su catecismo ideológico por el
motivo que sea (¿recuerdan a aquellos que no querían a “un tal Blázquez” en
“sus” tierras?)
Este grupo de progresistas valerosos ha decidido vetar la presencia de
Monseñor Reig en actos municipales. Con su actitud han desvelado,
inconscientemente, sus hábitos totalitarios. Se han comportado como una
perfecta policía del pensamiento: ellos deciden lo que está bien y lo que está
mal, lo que se puede pensar, lo que se puede decir, lo que se debe creer. El
Gran Hermano estaría orgulloso de sus epígonos. También el Gran Timonel y el
Conducator, y todos los autoritarios que en el mundo han sido.
Estos catorce hombres con carnet de partido -¿hombres?-, mejor, sólo
cargos públicos, sólo políticos, han conseguido al final señalar con el dedo
acusador al malo de la película. Ellos son los buenos. Da igual que el acusado
de “impiedad civil” no dijera exactamente lo que ellos dicen que dijo, ni lo
dijera como ellos dicen que lo dijo, ni lo dijera con la intención con la que
ellos dicen que lo dijo. Ellos se otorgan a sí mismos la razón. Tienen la
fuerza del número y eso les basta. Lo han conseguido al segundo intento –quizá
después de algunas presiones o tirones de orejas o cambalaches-, pero sino
habrían repetido mil veces más. Han vencido, aunque no convenzan más que a los
suyos, a los que les gusta que se lo den todo pensado, a los que les gusta más corear
eslóganes –sobre todo sin son contra la Iglesia y sus representantes- que
reflexionar. Son “arios” del pensamiento, guardianes de la ortodoxia de lo
políticamente correcto, detentadores de un RH ideológico puro.¿Para qué
queremos la verdad si ya tenemos nuestros prejuicios?
Han decido nombrar obispos. ¿Querrán recuperar también el palio? ¿Se
pondrán a construir pantanos? ¡Ojalá! Por lo menos tendríamos agua almacenada y
no les quedaría tiempo para atacar las libertades de los que no piensan como
ellos y, encima, se atreven a decirlo, aunque sea con humildad y sin querer
ofender a nadie.
Parece que algunos entienden la democracia, cuando solamente lo que decimos coincide con sus ideas propias. Así no. La Libertad de Expresión es otra cosa.
ResponderEliminarTienes toda la razón, querido Anónimo. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
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