jueves, 10 de mayo de 2012

Homosexualismo político


Recientemente he disfrutado de un interesante cambio de opiniones con un amigo tuitero que me contaba su preocupación por el hecho de que un amigo suyo trataba de que su hijo se sometiera a un tratamiento para superar la atracción por personas del mismo sexo. En un correo-e le explicaba lo que sigue:

“Yo creo que el gran problema no es ni la homosexualidad ni los homosexuales, sino el "homosexualismo político" o Lobby Gay. Porque considero que es un "movimiento" profundamente dictatorial, antidemocrático y, en mi opinión, manifiestamente lesivo para los intereses sociales. Apoyándose en una progresía muy mal entendida intenta imponer como única y definitiva una opinión, una ideología. Y agrede a todo discrepante, e intenta eliminar la discrepancia.

Creo conveniente citar aquí a Karl Mannheim cuando dice que "Ni la tolerancia democrática, ni la objetividad científica significan que debamos abstenernos de tomar posiciones firmes frente a lo que creemos verdadero, o que debamos evitar la discusión y los valores últimos de la vida. El sentido de la tolerancia consiste en que todo el mundo pueda tener la posibilidad de defender su caso, pero no en que nadie deba creer ardientemente en su propia causa".


Este es el enfoque que yo creo correcto y deseo dar siempre a mis opiniones, y es justamente lo que no hace el Lobby Gay. Por ejemplo, con el uso de la palabra "homofobia" que implica, sencillamente "una forma de intentar limitar la libertad de expresión de quienes pensamos de manera distinta" (Benigno Blanco). Con la invención (pues así lo considero) de esta palabreja (en ella el prefijo "homo" no viene del latín, "hombre", no es miedo al hombre, sino del griego, que significa "igual". Ya ves cuanta confusión introduce...) los activistas homosexuales pretenden impedir que hablemos con libertad los que no pensamos que en materia de sexualidad todo es "igual" de valioso.

Porque los que pensamos eso tenemos perfecto derecho a ello, pues ni insultamos ni faltamos el respeto a nadie. Una muestra de este nuevo integrismo es la manera en que se ha crucificado al Mons. Reig Pla por su homilía del viernes Santo. A nadie se le persigue con tantísima saña por manifestar su opinión públicamente, sólo al que opina de modo distinto a lo que impone el homosexualismo político. Sus declaraciones fueron burdamente manipuladas y sacadas de contexto, e incluso hoy he leído que hay un juez que ha admitido a trámite una querella contra este Obispo.

Por eso, yo creo que es evidente esta falta de libertad que en España (y en gran parte de occidente) existe hoy cuando se habla de esta materia.

Por otra parte, me consta la seriedad científica del Prof. Jokin de Irala, es catedrático de epidemiología formado en USA, perfectamente bilingüe (incluso habla español con acento norteamericano) y ha estudiado muchísimo este asunto. Sabe lo que dice. Lo que ocurre que toda esta materia está oculta, como un tabú, porque el homosexualismo político (muy fortalecido en estos últimos 20 años) lo cree conveniente. En cuanto a la famosa decisión de la APA de eliminar la homosexualidad de la lista de enfermedades psiquiátricas: ha sido la primera y única vez que se adopta una decisión científica no mediante un procedimiento o investigación científica sino por una votación (y sólo del 25% de los miembros de la academia), de matiz fundamentalmente político e ideológico.

En resumen: mi opinión es que cualquier persona está en su derecho de considerar preferible la heterosexualidad a la homosexualidad, de pedir ayuda para abandonar la práctica homosexual si así lo desea y de obtener dicha ayuda. Derecho de ser libre para hablar y opinar en este tema con entera libertad, como ocurre en cualquier otro tema. Y, por último, considero evidente el derecho de un padre a intentar (siempre con el máximo respeto a la persona y a su libertad) que su hijo no incurra en la práctica de la homosexualidad, si cree que ello le conducirá a la infelicidad. Porque uno está en su derecho de creer que el estilo de vida heterosexual es más adecuado, más sano y más susceptible de generar una vida feliz y completa que el homosexual.

Me gustaría citar por último un artículo de Francisco Contreras, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla, titulado “Una discusión sobre el Matrimonio homosexual”. No trata exactamente de este asunto, pero sobre todo al final explica magistralmente todas estas ideas que yo sólo soy capaz de balbucear.”


1 comentario:

  1. Las relaciones homosexuales trastocan el significado de plena unión interpersonal, que solo puede darse reciprocamente, de manera complementaria y con capacidad intrinseca para engendrar nuevas vidas, entre un ser humano sexuado de orden masculino -hombre- y un ser humano de orden femenino -mujer-.

    el fundamento es antropológico y responde a la propia naturaleza constitutiva que configura las relaciones humanas personales. Pablo.

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