miércoles, 24 de octubre de 2012

Debemos ocuparnos del Matrimonio



El pasado sábado, día 20 de octubre tuvo lugar el IV Congreso del Foro Español de la Familia, que estuvo dedicado al Matrimonio. Excelentes profesionales, catedráticos, orientadores familiares, escritores, etc. desgranaron reflexiones sobre la institución matrimonial. Además, el ambiente era acogedor, familiar (como no podía ser menos) y optimista. Verdaderamente, cuando uno se encuentra en un lugar así, con gente tan excepcional, parece que todo se pone en su sitio, y una sensación de paz y alegría te embarga.
La idea central del mismo puede resumirse en que la estabilidad familiar, cuyo presupuesto es la estabilidad matrimonial, es un valor hoy en día de una enorme trascendencia, hasta el punto de que, en palabras de María Salomé Adroher, Directora General de servicios para la familia y la infancia del Ministerio de Sanidad, “los poderes públicos deben ponerse cuanto antes al servicio de la estabilidad y la fortaleza de las familias”.
Es una cuestión en la que se juega nuestro futuro, el futuro de nuestros hijos y el de nuestra sociedad entera.
La estabilidad y funcionalidad de la familia descansa sobre un pilar esencial, la fortaleza y estabilidad del matrimonio. Por eso, de parejas fuertes se desprenden familias fuertes, y de familias fuertes resultan sociedades cohesionadas, estables, funcionales y prósperas.
En palabras de Carlos Martínez de Aguirre, “hasta en las sociedades con legislaciones más divorcistas se considera un bien que los matrimonios duren”. No se entiende pues que ante el aumento de divorcios, por un lado, y la bajada de la tasa de nupcialidad por otro, la solución que se encuentre a ello por parte del poder político sea la de facilitar la ruptura matrimonial, hasta el punto de convertir al matrimonio en un “contrato basura”. Así actuó el gobierno anterior de España, que a través de la Ley 15/2005, la conocida como la del “divorcio expres” hizo del matrimonio una “unión” de dos personas, del mismo o de distinto sexo, que puede disolverse sin causa a partir del tercer mes. Autorizadas opiniones señalaron entonces que esa ley no se limitó a modificar el régimen matrimonial, sino que, simplemente, acabó con el matrimonio, que dejó de existir, al desdibujarse tan profundamente sus perfiles básicos que quedó irreconocible.
En efecto, desde siempre el matrimonio ha consistido en la unión estable –se celebraba con la intención de que fuera para siempre- entre dos personas de distinto sexo y abierta a la vida. Su regulación jurídica, y el interés que tiene para el Derecho descansan precisamente en esto último, en que se trata del lugar donde se originan los nuevos seres humanos. Por eso, la institución fundamental del Derecho de familia es la filiación.
Por tanto, ya se comprende, como señala el ya citado Martínez de Aguirre, que permitiendo que contraigan matrimonio personas del mismo sexo y estableciendo su libre indisolubilidad, hemos acabado con el matrimonio, pues ya no hay nada –salvo el nombre, lo único que queda ya, a modo de cáscara vacía- que lo diferencie de las uniones libres o convivencias de hecho.
Así, resulta muy difícil explicar a una pareja joven el interés que para ellos pueda tener celebrar un matrimonio, pues sólo perciben la apariencia: lo único que diferencia a la convivencia afectiva del matrimonio son “los papeles”.
Vemos ahora con más claridad, el porqué de la caída de la nupcialidad, del aumento de hijos nacidos fuera del matrimonio, y del imparable aumento de las cifras de divorcio.
Como decíamos al principio, en este hermoso combate por la fortaleza del matrimonio y de la familia nos jugamos mucho; lo primero de todo, la felicidad de nuestros hijos. Decía Ignacio Socías, el Director General de The Family Watch, que múltiples evidencias científicas demuestran que “Las familias formadas por personas casadas que no se han roto hacen más felices a sus miembros que las de las uniones alternativas”. Por muchos motivos – y no es el de menor importancia el descenso alarmante, y a escala mundial, de la tasa de natalidad, que hace que los sistemas de protección social que conocemos, y hasta la misma Economía mundial (con mayúscula) vaya a ser absolutamente inviable en pocos años- por muchos motivos, digo, en palabras de Ignacio Socías, “se necesita más familia y más matrimonio”. Al parecer, hasta en la ONU se empiezan a dar cuenta de esto, se vislumbra un cambio de actitud en Naciones Unidas. Pero aunque esto es así, señalaba en su conferencia, “hay gente cuya ideología no les permite admitir la realidad más palmaria”.
Por último, acabaremos con una hermosa historieta. Preguntaron con gran interés a una pareja de ancianos que celebraban sus bodas de oro matrimoniales que “cuál era el secreto”. Respondieron con naturalidad: “ninguno, pero nosotros crecimos en una época en la que si algo se estropeaba, se reparaba”. Hoy, cualquier cosa que se rompe se tira a la basura, y se sustituye por otra nueva. Parece una simple anécdota, pero podemos aprender muchísimo de ella.

Aquí pueden leerse las  CONCLUSIONES completas del IVCongreso del FEF.

4 comentarios:

  1. Si Joaquín, lo leemos y me sirve para aprender y saber cómo va el tema. Ya me gustaría llegar a más cosas, pero no me da para más el tiempo...
    Ahora te contesto rápidamente porque ya hay otra faena que debo hacer y el día se está acabando y soy de las que se tienen que ir pronto a dormir para poder levantarme mañana a la hora.
    Tú sigue sembrando que la cosecha llegará. ¡Saludos efusivos! MLuz

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  2. Ja, ja... Muy buena la frase de cierre... A veces lo simple condensa la evidencia de las cosas.

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  3. Hola, estoy estudiando filosofía y estoy iniciando mi ultimo año, para el cual, al final tengo que entregar una tesina. He decidido hablar de la familia y por tal motivo, me gustaría que me ayudaran a encontrar material para dicho trabajo. sin mas por el momento me despido. Gracias.

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  4. Buenas tardes, perdone el retraso al contestar. Con mucho gusto le ayudaría, pero necesito saber quién es usted y cómo puedo contactarle. Gracias, espero sus noticias.

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