Es cada vez más frecuente escuchar a algunos que directamente reniegan de la navidad, incluso con cierta virulencia, manifestando su hastío, su enfado o su malestar con las fiestas navideñas. Este curioso fenómeno, esta reacción anímica afecta a todo tipo de personas, ya no es cosa de creyentes o no creyentes, de conservadores o de "progres", lo comenta todo tipo de personas.
Y, hasta yo mismo a veces siento ese cansancio infinito, ese horror al acercarse estas fiestas. ¿Qué es lo que está pasando?
Tengo mi opinión: es normal que nos canse algo, cualquier acontecimiento -lo que sea- con cuyo advenimiento que se nos está machacando literalmente, desde todos los ángulos, con insistencia cansina, con musiquillas repetitivas, con luces y colores extemporáneos, molestos, fuera de lugar muchas veces.
No se puede soportar estar oyendo esos villancicos laicos, esos deseos espúrios de paz y felicidad, repetidos en todas partes desde primeros de noviembre. No se puede. Cuando al fin llega la Nochebuena nuestro deseo dominante es que la pesadilla acabe cuanto antes, que la tortura dure poco.
Hemos transformado (digo hemos porque con nuestra pasividad hemos permitido que ocurra) esta fiesta Central para todo cristiano, hermosísima, que evoca el acontecimiento más asombroso de la historia de la humanidad, el nacimiento de Dios hecho hombre, en un batiburrillo de consumismo, alegría comercial forzada y una cierta uniformidad festiva, desalentadora por completo.
Hemos de forzarnos en recuperar el verdadero sentido de la Navidad, dejarnos de compras compulsivas, comilonas insanas, viajes apresurados y muchas veces generadores de cansancio y frustraciones, para volver a lo sencillo, a disfrutar de la familia, en casa, de una cena sencilla en Nochebuena, sin algaradas, sin despilfarros, a dejarnos deslumbrar en el triduo de Navidad por ese Niño Divino que viene a nuestro encuentro, por la Misa del gallo en familia, los niños somnolientos, pero nerviosos por la novedad, sin más regalos que el de estar todos juntos, celebrando este acontecimiento anual, disfrutando de nuestra compañía, de nuestra conversación y de nuestro cariño.
De este modo, y con cada cosa a su tiempo (es delicioso montar el Belén el día de la Lotería, y escuchar entonces el primer Villancico. En el pesebre no está aún el niño, no nacido todavía, que será colocado por el pequeño de la familia a las doce de la noche de la Nochebuena) es posible que volvamos a vivir de nuevo la Navidad con el entusiasmo de cuando éramos chiquillos.
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It is increasingly common to hear
people that directly renege on Christmas, even with certain virulence,
expressing their weariness, their anger or their discomfort with the Christmas
holidays. This curious phenomenon, that affects all kind of people psychic
reaction, is no longer a matter of believers or not believers, conservatives or
Liberals, it affects any kind of people.
And, even I, myself sometimes
feel that infinite weariness, that horror when approaching holidays. What is
happening?
I have my opinion: it is normal
that we get annoyed by something, any event - whatever - with whose coming is
crushing us literally, from any angle, tiresome insistently repetitive songs,
with lights and untimely, annoying, colors out of place many times.
It cannot be withstood hearing
these secular Christmas carols, those wishes of peace and happiness, boring,
repeated everywhere from the beginning of November. You can not. When finally
Christmas Eve comes our dominant desire is the nightmare to end as soon as possible.
We have changed (I say “we have”
because with our inaction we have allowed it to happen) this beautiful central
celebration for every Christian, that evokes the most amazing event in the
history of mankind, the birth of God made man, in a hodgepodge of consumerism,
forced commercial joy and a certain festive, discouraging uniformity
completely.
We have to force us into
recovering the true meaning of Christmas, forgeting compulsive shopping,
unhealthy binges, hasty and often generators of tiredness and frustration,
returning to the simplycity, to enjoy the family, at home, on a simple dinner
on Christmas Eve, without fighting, without wastage, letting us dazzle on the
Triduum of Christmas by the Divine child that comes to our encounter, by the
mass of the rooster in family sleepier, but nervous children for novelty, no
more gifts than the living all together, celebrating this annual event,
enjoying each other's company,conversation and affection.
This way, and with each thing in
its time (it is delicious installing the “Bethlehem” the day of the Christmas
lottery (december 22th), and then hear the first Carol. In the Manger is not
yet the child, not born yet, which will be placed by the youngest of the family
at the midnight of Christmas Eve) it is possible that we return to live again
Christmas with the same enthusiasm
than when we were child.
gracias por tus reflexiones
ResponderEliminarPapi dudo mucho que haya familias que vivan la Navidad como nosotros y no sabia que estuvieras tan "harto", espero que lo disfrutes al maximo ya que tienes la oportunidad de estar con tu familia (no como yo que estoy muy lejos)sea comprando o oyendo villancicos el 1 de diciembre, cada uno la disfruta a su manera, seran los anios o lo que sea que nos distinga pero a mi cada vez me entusiasman mas las Navidades! Besitos!:)
ResponderEliminarLa Navidad tradicional, la verdadera, la sencilla, la familiar, la auténtica... Esa es la más bella. Gracias por sus líneas.
ResponderEliminarLo he leído hoy en febrero de 2016, porque también leí su "Homo familiaris..." el cual me llevé para el muro de Facebook. Siempre sospeche que no eran genuinas esas palabras del Papa Francisco, sino sacadas de aquí y de allá hasta formar un párrafo que cualquiera podría creer fue escrito por el. Un joven de la flia. salió regañado por publicarlo. Saludos y muchas gracias. Ruego por usted y su familia.
No, al contrario, muchas gracias a usted por tomarse la molestia de leer y comentar mi Blog. Y gracias por sus oraciones, siempre tan necesarias. Saludos efusivos.
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